Ya se habrán dado cuenta ustedes, a los que nada se les escapa, que estoy últimamente despistado de la política. No sé si es porque estos líderes cansan a los más resistentes o por el verano o porque la vida me zarandea por otras solapas o una mezcla de todo. El caso es que la distancia me ha venido bien para hablar hoy de política, como el pintor que da diez pasos atrás para ver con otra perspectiva el lienzo.

¿Qué veo desde tan lejos? Pues que el mismo Pedro Sánchez que le ofreció a Podemos una vicepresidencia del Gobierno y tres ministerios, cuatro puestos en el gabinete, cuatro, ahora, de golpe y porrazo, dice que no les da nada, ea, y que tampoco se lo dará jamás, ja, ja, ja. Yo me pasmé en su día, ¿recuerdan?, de que Pablo Iglesias no se tirara en plancha, como debería estar entrenando en la piscina de su chalet de Galapagar, a coger esa oferta, que lo metía dentro, aunque no fuese a él directamente. No se tiró.

Por lo visto, Sánchez vio que yo tenía razón y que, si lo ofrecía una segunda vez, lo trincaba. A cambio, parece que Sánchez no ha visto lo que yo también sostengo: que para él es un riesgo innecesario ir a las elecciones. Parece que se ha empeñado en darnos una segunda oportunidad a los que pensamos que probablemente nos vendría mejor cualquier otro presidente del Gobierno.

Cualquier otro mejor, entre otras razones, por esta misma. ¿No resulta una frivolidad inmensa ofrecer cuatro puestos en tu gobierno y retirarlos sobre la marcha? Como si los puestos del gobierno fuesen menos que naipes de mus (donde, al menos, «carta en la mesa/ pesa»). ¿Se han parado a pensar en el lugar en el que quedan los ministros del Reino cuando van y vienen como en un sainete? Ahora le ofrece a Iglesias puestos de la alta administración, dispuesto a hundirle como poco su prestigio, porque Sánchez cuenta con que eso no lo aceptará Iglesias, y si hace el mohín de resignarse, le ofrecerá menos todavía.

Asumo que yo pueda estar equivocado en mi idea de que Iglesias tendría que haberse conformado con la oferta ministerial y también en que Sánchez debería evitarse las segundas elecciones (por su conveniencia, digo), pero lo que no me ofrece dudas es que este sacarse ministerios de la manga para tirarlos luego por la espalda no contribuye al prestigio de las instituciones. Los políticos se están ganando a pulso que no nos los tomemos en serio. ¡Con lo que era un ministro antes!

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios