HABLANDO EN EL DESIERTO

Francisco Bejarano

Minorías y minorías

En España, en unos momentos en los que se le asigna ideología hasta a las cosas inanimadas, hay minorías de izquierda y minorías de derechas. El deseo de la democracia parlamentaria española de no abandonar a las minorías es encomiable, pero han de ser progresistas, una calificación imprecisa que se confunde con ser de izquierdas. El progreso mental y los avances técnicos no tienen ideología: son o no son, y no vienen de las tendencias políticas sino del estudio, la dedicación y el talento. Las minorías consideradas de derechas, aunque sean progresistas, deben ser abandonadas a su suerte. Las mayorías y la inmensa mayoría se defienden solas y no necesitan apoyo ni ánimo político. La gran confusión de hoy mismo es que la división derecha-izquierda es puramente caprichosa, no refleja una realidad social, y el propio concepto de progreso trae embrolladas las mentes de la gente sencilla o mal concertadas.

El feminismo hace decenios que dejó de tener sentido en las sociedades occidentales y, como ocurre con las doctrinas muertas, se ha vuelto reaccionario y mentiroso para sobrevivir. Al estar metido en el saco de las minorías de izquierda, recibe dinero y aplausos de otra minoría: la gobernante, que le ha regalado hasta un ministerio fantasmagórico. El minoritario feminismo, que muy poco tiene que ver con las mujeres, ha perdido el sentido de la realidad y del ridículo, promueve leyes injustas, como las del maltrato y el aborto, para crear desigualdades tan repugnantes como el desamparo jurídico de los hombres y de los no nacidos. Para fingir un cometido, tres asociaciones feministas, una de ellas de sufridas lesbianas (existentes ya muchos siglos antes de que aparecieran los conceptos de izquierda y derecha), van a escribir a la ONU para que expulse de su seno al Vaticano por oponerse a los 'derechos reproductivos de las mujeres', una expresión eufemística pendiente de desentrañar. Si tenemos en cuenta que la doctrina de la Iglesia es que "hombres y mujeres son criaturas de Dios, tienen la misma dignidad y los mismos derechos", el escrito feminista tendrá poco éxito.

Hemos escrito más arriba que el feminismo ha dejado de tener sentido. Esto es así en los países de cultura occidental, pero no en las comunidades musulmanas de España y de Europa ni en los Estados donde el Islam es religión mayoritaria. Ahí el feminismo hace falta y cuenta con amplísimos campos de actuación. Si las esforzadas y valientes no se atrevieran a ir a predicar in pártibus infidélium, ningún riesgo correrían mandando otro escrito a la ONU para que la religión musulmana tomará para sí, como mínimo, la doctrina de la Iglesia. Cambiando Dios por Alá, que es lo mismo, sería el principio de una labor internacional benéfica que conduciría al casorio de lesbianas, al aborto libre y a la discriminación positiva del sexo masculino en Irán, Somalia o Arabia Saudí, por ejemplo.

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