'montañés, maestro de maestros' es la antológica exposición que sobre Juan Martínez Montañés fue inaugurada el pasado 29 de noviembre en el Museo de Bellas Artes de Sevilla. En ella se incluyen las formidables tallas de San Pedro y San Pablo del retablo mayor de San Miguel, una de las más ambiciosas obras de su vida. Pese a que Montañés se viene identificando en Jerez sólo con este célebre retablo, no fue lo único que hizo para ella. Mucho antes de que aquel altar estuviera terminado ya había sido solicitado en 1604 para hacer las imágenes de los llamados Santos Mártires de Asta, Honorio, Eutiquio y Esteban, que durante esos años se convirtieron en patronos de los jerezanos y recibieron culto en la iglesia de la Compañía. Por desgracia, un incendio acabó con las esculturas sólo unas décadas más tarde. De igual modo, a punto estuvimos de haber lamentado la desaparición total de un tercer encargo que recibe desde Jerez, el Claustro de los Legos de la Cartuja, cuyo diseño fue ideado por el escultor en 1620, demostrando, con ello, una habilidad como tracista no limitada a la arquitectura en madera. Un patio que, aunque muy reconstruido, sigue conservando las elegantes líneas sobrias dibujadas por el artista.

Un capítulo final de este "maestro de maestros" en relación con la ciudad sería precisamente el de la vinculación con ella de imagineros salidos de su taller sevillano. Habría que citar aquí al jerezano Alonso Álvarez de Albarrán, que en 1611 entra en su obrador y que tuvo una interesante trayectoria como escultor en piedra y yeso en el propio ámbito hispalense. El caso contrario fue el de Francisco de Villegas, oficial de Montañés que deja Sevilla para instalarse en nuestra zona, trabajando con frecuencia para Jerez en la primera mitad del XVII.

Una huella, por tanto, más profunda, más allá de las maravillas de San Miguel.

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