Manuel Ríos Ruiz

Moraíto, el tocador entrañable

LE vimos nacer a la guitarra, allá en los primeros sesenta, en el bar 'Morao y Oro', el de su tío Manuel, y así lo contamos por aquel entonces en una revista juvenil. Y le vimos la última vez con vida en junio, en las recientes Jornadas Flamencas de Alcobendas, donde le abrazamos tras recibir el trofeo del festival en reconocimiento a su maestría. Se lo entregó su más significativo amigo: José Mercé. Vivimos unos momentos verdaderamente emocionantes. Y nos parecía que se daría el milagro, teníamos una honda sensación de que así sería. Y no hemos acertado. No obstante, 'Moraíto', el entrañable amigo y genial artista vivirá siempre en nuestra memoria, tocando su guitarra por nuestro Jerez, por los madriles, por los escenarios de toda España... Su guitarra enaltecedora de la historia flamenca jerezana es entrañable en su sonido, como entrañable era su corazón gitano. Es posible que nadie haya sentido su arte con las calorías espirituales que él extraía de sus adentros. A veces, viéndole y escuchándole, nos acordábamos de Juan, su padre, que desgraciadamente no alcanzó disfrutar de sus triunfos. Ay, también, de aquel Juan Morao, tan buen tocaor y tan buena gente. Hoy queremos asociarlos aquí hacia el mañana. Y pensar, decir, que Moraíto, el tocaor entrañable, digámoslo con pasión y sentimiento, ya está engloriado en los anales del arte jondo con su nombre nimbado, con una aureola en forma de guitarra aleteando de falsetas santiaguera por jerezanas.

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