En el universo de La Moderna, donde cabe todo el mundo, se palpa el estado de la ciudad. Sus carteles son mensajes surgidos de un barómetro social. Y este miércoles, cuando la actividad de los comercios y la hostelería volvió a paralizarse por la pandemia, en los cristales de este bar de la calle Larga se podían ver muchas fotos de grandes moscas. Ya sabemos que las moscas son sinónimos de la ruina y que allá donde revolotea este insecto es que las cosas no van muy bien. Pero, además, en este caso, el mensaje iba más bien dirigido a expresar un sentimiento de mosqueo.

Mosqueo, cabreo, enfado y, por supuesto, agotamiento e impotencia, es lo que sienten en estos momentos muchos comerciantes y hosteleros de Jerez debido a un nuevo cierre de sus locales. La pandemia les ha señalado de una forma muy especial a todos ellos y amenaza con destruir todo lo que representan. Se consideran los chivos expiatorios de una situación en la que a diario se ven numerosas incongruencias. Con excepciones, como en todo, la mayoría ha seguido unas escrupulosas medidas higiénico-sanitarias en su actividad, a buen seguro mucho más seguras y eficaces que las que los particulares adoptamos en nuestras casas. Se han reducido aforos, limitado horarios y el número de personas que pueden estar juntas, muchas menos que en muchos domicilios. Pero cada vez que las cifras de contagios suben, ahí está no sólo la hostelería, sino un sencillo comercio en el que las personas entran de una en una, o de dos en dos, para ser señalados como el foco culpable de lo que está sucediendo.

Cuando han pedido ayuda para sobrevivir a un nuevo cierre, como sucede en otros países, la respuesta no sólo no ha sido satisfactoria sino que en muchos casos se ha traducido en subida de impuestos. Y el colmo, esta semana en Jerez, ha sido ver cómo desde el Ayuntamiento se ha pedido a los propietarios de locales que reduzcan o eliminen sus alquileres a los dueños de los negocios. Como si los propietarios de locales viviesen del aire y como si la adminsitración local no tuviese herramientas, al menos desde el punto de vista fiscal, para hacer más llevadera la situación a los comerciantes y hosteleros.

Sí, hay muchas razones para estar mosqueados en estos tiempos. Por todo lo anterior y también por ver cómo se está gestionando la vacunación, y la pandemia en general, con representantes políticos más pendientes del interés partidista que del ciudadano. Hay motivos para estar 'mosca' con todo lo que está sucediendo y con un virus al que todavía no terminamos de conocer, ni en su origen ni en su desarrollo. Pero no podemos permitir que el mosqueo se traduzca en desánimo, rendición y derrota. Desde él tenemos que ser capaces de sacar la fuerza necesaria para salir adelante. Porque el buen humor nunca debe perderse y porque, como decía el segundo obispo de Jerez, Juan del Río, en uno de sus últimos tuits hace sólo unos días, "no olvides el refrán: al mal tiempo, buena cara".

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