Si usted está muerto, no tiene de qué preocuparse, ya que la cobertura sanitaria ha llegado a tal extremo que incluso en caso de fallecimiento puede el paciente seguir beneficiándose de una serie de servicios, como puedan ser algunas prótesis, sillas de ruedas de la mejor calidad y demás material ortopédico (que no sabemos hasta qué punto harían el avío en el más allá, pero por si las moscas.) Sin embargo, si se cuenta usted entre los pacientes a los que aún no les llegó la hora, quizás tenga que esperar su turno, porque en tal caso este tipo de servicios no están del todo garantizados.

Al menos esto es lo que cabría deducir tras el desmantelamiento de una trama, especializada en convertir la mutilación en fullería, que operaba en nuestra provincia y trapicheaba con ese tipo de productos que normalmente venden en las ortopedias. A través de la falsificación de los documentos con los que a alguien que le falta una pierna -pongamos por caso- el sistema público sanitario va y le suministra de forma gratuita otra pierna (ya ortopédica) los muy golfos sacaban las prótesis, pero en vez de hacerlas llegar a sus destinatarios legítimos, por los laberintos de la malversación acababan colocándolas en una red de ortopedias que las vendían sin que los propios pacientes se enteraran de que estaban lucrándose a su costa.

Ahora bien, lo hacían de una forma tan chapucera que al paciente a quien le faltaba un brazo, por ejemplo, tras falsificar su prescripción le podían adjudicar una prótesis de cadera, y a quien tenía los dos brazos en su sitio a lo mejor le adjudicaban una silla de ruedas (que viene a ser como regalar a un manco unas maracas). Y eso cuando esa silla de ruedas no se la asignaban a un paciente que llevaba años muertos. Total, como nadie se iba a enterar...

Como los muertos no suelen meterse en pleitos, el negocio prosperó sin que las autoridades se coscaran de que en ciertas ortopedias se estaba vendiendo toda esa utilería gracias a ciertos trasplantes, aunque fueran de personalidad. Lo irónico es que la noticia de semejantes malversaciones se haya destapado coincidiendo con las protestas de la gente que salió a las calles de Andalucía para protestar por la impresentable situación de su sistema sanitario. ¿Pero acaso alguien duda a estas alturas sobre que la sanidad andaluza, no es que sea la joya de la Corona de nuestra comunidad autónoma, sino que, ya puestos, es la envidia de Europa, el tesoro del Carambolo pero con anestesia general?

En un sistema sanitario donde hasta se sabe, por métodos informáticos, si elpaciente ha pasado el sarampión últimamente, cuesta creer que se pase por alto que alguien haya muerto a la hora de adjudicarle una pierna ortopédica. Pero tampoco es tan raro porque si quien trabaja en una oficina despista de vez en cuando una grapadora, ¿qué tiene de particular que haya gente que robe de un hospital los pañales y las toallas? Y quien dice las toallas, una cama, varias grúas y hasta una silla (a ser posible, eléctrica.)

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