NICOLAS Sarkozy no es el presidente de una potencia hegemónica como Estados Unidos ni el representante de las Naciones Unidas, pero en el conflicto bélico abierto entre Rusia y Georgia ha conseguido lo primordial: que cese la guerra, al menos de modo "temporal", como se encargaron de subrayar ayer las autoridades rusas. Como presidente de turno de la Unión Europea, Sarkozy viajó ayer a Moscú y consiguió que su presidente, Dimitri Medvedev, firmara un acuerdo de paz de seis puntos que contempla el fin de los bombardeos y la entrada de la ayuda humanitaria en las zonas afectadas, pero que no garantiza la integridad de Georgia. Es más, uno de los puntos abre la posibilidad de una negociación sobre el estatus futuro de Osetia del Sur y de Abjasia, las dos regiones secesionistas respaldadas por los ejércitos rusos. Posiblemente con ello, el Gobierno ruso ya ha conseguido lo que el presidente georgiano le puso en bandeja con el inicio de las hostilidades: el cambio de estatus de Osetia y Abjasia, que ahora están integradas en Georgia. Desde la independencia de Kosovo de Serbia -el aliado de Rusia en los Balcanes-, los mandatarios rusos venían advirtiendo que las dos regiones en conflicto en Georgia podían seguir el mismo camino. Posiblemente, Sarkozy ha hecho lo que ha podido, que no es poco, aunque ahora se puede abrir un proceso incierto en toda la región del Cáucaso. Medvedev se guardó mucho de discutir la "soberanía" de Georgia, pero no se refirió a su integridad. Sarkozy viajó anoche a Tiflis para entrevistarse con el presidente Mijail Saakashvili y ya dejó dicho que "la noche sería larga". Difícilmente, Georgia puede aceptar de buen modo un acuerdo que abra la puerta de la independencia de Osetia del Sur y de Abjasia, aunque la potencia bélica con la que Rusia se ha empleado en su territorio va a poner en una situación muy difícil al presidente Saakashvili. Pero como ha explicado Sarkozy, es preferible una larga noche de negociaciones a otra noche de bombardeos.