Yo ya no sé si es pesimismo u optimismo pensar que podemos estar todavía peor, como lo pienso: pero eso no quita para que haya que marcar fuerte en la pared el nivel donde han alcanzado las aguas de la inundación antidemocrática. Que el Gobierno pretenda cambiar sobre la marcha el sistema de elección del Consejo General del Poder Judicial (que ya venía adulterado) es un hito. Esperemos que no suba más la riada, porque mucho margen no queda, pero incluso si lo hace, este arreón es muy significativo.

No es sólo el principio de separación de poderes lo que arrastra la riada. Al Gobierno también, que, porque no es capaz de negociar una renovación del CGPJ conforme a sus urgencias, cuela por la puerta de atrás una reforma legal. Quien nos hace cumplir la ley se marca un fraude de ley. La potestad se desnuda sin pudor de toda autoridad moral.

Se vuela por los aires la retórica del consenso con la que se había venido adornando el sistema y en la que hasta ayer no más aún creían el PP y Cs. A Casado y a Arrimadas los deja sin tierra bajo los pies. Ante esto y tras los pellizcos de monja al Rey, ¿pueden no votar que sí a la moción de censura?

También se ahoga el PSOE, no crean. Tenían razón los socialistas que defenestraron en su día a Pedro Sánchez, pero quedan ahora como Cagancho en Almagro, porque Díaz, García-Page, Fernández Vara, Lambán callan. El PSOE ha sido derrotado… por Pedro Sánchez.

Cuidado, que la avenida de las aguas también salpica a Europa, como poco, en su prestigio. Habíamos pensado que era un cinturón de seguridad institucional y democrática, pero se está mostrando incapaz de controlar la deriva bolivariana de España, mientras que suelta la pasta que puede sostener políticamente a Sánchez en medio de una crisis económica sin precedentes. La Unión Europa está financiando esto, y no pueden no saberlo.

Los grandes beneficiados serán, como es lo habitual, los nacionalistas. El sistema de mayorías cualificadas exigía al menos en esto un acuerdo nacional. Si nos conformamos con las mayorías simples, entonces el peso de los nacionalistas terminará inclinando la balanza a un lado u otro, y volverán a cobrarse su peso en oro. Ahora y cuando gobierne (si lo hace) el PP, que ya nos conocemos.

Todo es gravísimo, pero a mí no se me va de la cabeza Bildu, los herederos de ETA siendo decisivos para votar la cúpula del Poder Judicial de España. Hasta esto hemos llegado.

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