COMO cualquier otro sitio donde se amontona la gente, esta Feria del Caballo, que lo mismo atrae a las moscas que convoca a grandes estrellas de la copla y la política, es el lugar ideal para que proliferen todo tipo de bulos. Por eso no deben ustedes fiarse un pelo de todas las habladurías que circulan por esa parte del mundo donde reinan el lunar y el farolillo.

No se crean, por ejemplo, lo que se rumorea sobre el ministro Marlaska. Es completamente falso que, después de pasárselo pipa el martes, se buscara una peluca y unas barbas postizas para poder seguir disfrutando hasta el sábado, pero ya de incógnito y sin tener que dedicarse a esa lata de la campaña electoral. Según nos confirmó su jefa de prensa, es completamente falso, ya que el mismo martes se pudo ver al señor ministro haciendo las maletas (con mucho dolor, eso sí, y con tan poquita voz que estaba claro que no había echado el día en un balneario.)

Hablando de voces, tampoco es verdad que Ismael Jordi vaya a estrenar el sábado una Traviata junto a Capullo de Jerez en la caseta de la Buena Gente. Fuentes de toda solvencia nos aseguran que sí, que Ismael Jordi actuará pronto en el Teatro Real haciendo La Traviata y que Capullo ha sacado disco nuevo, pero en la caseta de la Buena Gente este sábado lo que hay previsto es un fiestorro por bulerías con el Mijita y su familia que no tiene nada que ver con las óperas de Verdi.

No hagan caso de los que hablan del regreso del Teatro Chino a la avenida de México. Ni de esa idea peregrina de hacer que la Feria se celebre en agosto para que coincida con la Tomatina. No hagan caso de quienes dicen que Vox quiere prohibir en el Real los caballos de raza árabe. Ni de los que van por ahí contando que la noria la han robado unos maleantes que andaban buscando cobre por la zona de los cacharritos.

Pero si hay un bulo circulando por ahí del que no hay que hacer caso bajo ningún concepto son las distancias que maneja Google Maps cuando se le pregunta por el plano de la Feria. Al parecer, un señor de Copenhague consultó ayer en su móvil cómo llegar desde la calle Manuel Monea hasta la calle Tío Borrico y, según ponía en la pantalla, iba a tardar 3 minutos en recorrer los 270 metros de distancia que hay yendo a pie. ¿Saben ustedes lo que tardó? Nueve horas y cuarto. Porque Google ni tiene en cuenta que se puede uno desorientar a la tercera media de fino, ni considera que lo pueden a uno liar para entrar en las casetas que cogen de camino. Y sobre todo, que haciendo zigzag se recorre una cantidad tremenda de kilómetros sin llegar tampoco muy lejos.

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