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Tierra de nadie

Alberto Núñez Seoane

Obras son amores

Ada Colau y Manuela Carmena, en una imagen retrospectiva.

Ada Colau y Manuela Carmena, en una imagen retrospectiva. / Kiko Huesca/efe

no buenas razones… Es del sabio refranero español, del que soy entusiasta ferviente. Condensa, siempre, las vivencias de muchas generaciones en cortas frases que resumen la sabiduría adquirida a base de su experiencia: la que nunca falla, la que, dicen, es “madre de la ciencia”. Seguir los acertados consejos que atesora el refranero, al menos pensar con detenimiento en lo que nos dicen, nos ayudaría bastante más de lo que creemos. Dense cuenta que un refrán es el compendio, legitimado por hechos, de los muchos éxitos y fracasos acaecidos, padecidos o gozados, a lo largo de las vidas de muchas y variopintas personas, en circunstancias muy diferentes y en tiempos bien distintos. Por favor, ténganlo en cuenta. Al hilo de estas meditaciones, se me ocurre traer a colación lo que ocurre en cada una de las campañas electorales que hemos de sufrir, y más en concreto, en la que ahora comienza a avasallarnos.

Cuando los líderes de los partidos se dedican a prometernos esto y aquello, a denostar sobre lo que hizo o no hizo el adversario, a tachar de mentiroso al que le puede quitar el sillón, o a no tener en cuenta, ni valorar positivamente, nada, nada en absoluto, de lo bueno, fuese poco o mucho, que haya hecho quien sea, si no es “de los suyos”; debiéramos recurrir, a más de nuestra inteligencia –el que la tuviera, o tuviese-, al refranero: “Hechos son amores… y no buenas razones”, repito, nos dice. Apliquemos, pues, el cuento.

No importa lo que nos digan, no importa lo que nos prometan, no importa lo que aseguren, certifiquen o aseveren…, sólo importa, es lo que sólo debería de importarnos, lo que han hecho cuando han tenido la oportunidad de hacerlo. Si entonces no cumplieron, ¿de veras esperan ustedes que, ahora, lo vayan a hacer? ¿Porqué ahora sí y antes no…? No sean ustedes incautos, juzguen por los meros hechos; son la base, en exclusiva, de una esperanza razonable, las fantasías déjenlas, por favor, para los libros o las películas; es bueno tenerlas, por supuesto, pero no cuando de políticos hablamos.Colau, ha destrozado y hundido Barcelona; Carmena, ha descompuesto, encarecido, atosigado, empobrecido, enloquecido y distorsionado Madrid; el “Kichi” -¡vaya tela!- ha despedazado Cádiz; Santisteve, alcalde “podemita” de Zaragoza, además de no dejar de hacer el ridículo, ha dañado la ciudad, haciendo retroceder la renta per cápita y el bienestar de sus habitantes; Oltra –Dª Mónica-, con el beneplácito del presidente autonómico, ha descojonado la Comunidad Valenciana; Echenique, ha dado ejemplo y ha promovido “las buenas prácticas laborales” –contratando a trabajadores sin darlos de alta en la Seguridad Social- en Aragón; Rodríguez, Teresa, la de la “matria” –en lugar de “patria, ¿se puede ser más necia?-, ha ayudado a que Andalucía siguiese en el culo de Europa en cuanto a sanidad, desempleo y riqueza, con muchos de los impuestos más altos de Europa, eso sí. Y… después de acordarnos de Monedero y Errejón, de Mestre y de Zapata –concejales de Carmena-, de Gordillo y Cañamero, y de tantos otros “luchadores” por la causa de los más desfavorecidos, sólo nos resta decir algo, o “alga”, o “algue”, o “algui”, o “algu”, de ellos: “los marqueses”.

Ellos –él y ella; o ella y él; o él, ella y ello; o ello, él y ella, o…-, “usease”: la “excelentísima” señora Irene de los Monteros… “Igualitarios e Incluyentes” –eso sí-, y él: “marqués de Galapagar, barón de Caracas y sultán de Teherán”, por la gracia de Stalin y la plata de Maduro y los ayatolás; ellos, las icónicas cabezas -o “cabezos”, o “cabeces”, o “cabecis”, o “cabezus”- visibles y pensantes de la “revolución bolivariana de indignados”, con mansiones de 1.000.000 de euros, de la casta, y “sueldazos” de más de 10.000 euros/mes, de la casta, y guardaespaldas y dietas y privilegios… de la casta; ellos, los que iban a dar sus sueldos al partido y quedarse con el salario mínimo… para sus gastos proletarios; ellos, ahora, disfrutan, sin haber dado palo al agua, de lo que antes disfrutaban otros, que no eran ellos, a los que criticaban, despreciaban e insultaban, por “capitalistas, explotadores y privilegiados”, claro está.

Estos “ellos”, a los que me refiero, son los que les dicen –y hay quien aún se lo cree- que van a luchar por las clases trabajadoras, que van a defender “la dictadura del proletariado”, que van a “partirse los lomos” por la igualdad, la solidaridad y la justicia social; que van a...Si hay personas de buena voluntad en “Podemos”, hecho que no pongo en duda; personas que, de verdad, quieren pelear por lo que sus hoy líderes dicen –sólo dicen- pelear, la única alternativa factible que les queda es marcharse de dónde están, irse fuera del entorno de ese comunismo rancio y populachero, impositivo y mentiroso, incapaz e inútil, tendencioso, voraz y peligroso; alejarse de esos falsos profetas, todos, y tratar de hacer por sí mismos lo que sus hoy jefes dijeron que harían, pero no hicieron; intentar hacer lo que ellos, los “marqueses” y la compaña, siguen diciendo que harán, pero nunca llegarán a hacer.

No esperen nada de quien dijo, pudo y no hizo; volverá a suceder lo mismo, una y otra vez. No confíen en quien les mintió, consiguiendo para él lo que aseguró les traería a ustedes. No crean en quien les prometió salvarlos del naufragio y les arrojó una soga… al cuello: ahora ya no están en el agua, están “a bordo”, en galeras, amarrados para siempre. Crean en ustedes, pueden más de lo que piensan, ellos lo saben, por eso se afanan en que ustedes no lo sepan.

Hablar, es gratis, además tiene la ventaja, ya saben, que las palabras se las lleva el viento, y aquí el Levante sopla fuerte…; asegurar, es sencillo; prometer, fácil… No cumplir con lo dicho, asegurado o prometido, en España, también sale gratis. Así que, si no quieren depender de un “Tezanos” cualquiera en sus vidas, fíjense y fíense sólo de los hechos: “por ellos –por sus hechos- los conoceréis”, dijo Alguien… y sabía bien lo que decía. Nos lo recordaba también Lope de Vega en una de sus comedias, allá por aquel incomparable Siglo de Oro español: “Obras son amores… que no buenas razones”.

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