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El gobierno municipal jerezano, inmerso ya en campaña electoral, hizo públicos esta semana los datos de desahucios que ha logrado impedir desde que inició en 2015 su mandato: 225. Hay que recordar que la alcaldesa se estrenó en el cargo parando un desahucio y que desde entonces se ha coordinado con entidades bancarias para frenar un buen número de ellos. No estamos hablando de algo exclusivo del Ayuntamiento de Jerez. Desde la última crisis, este problema, este drama habría que decir, ha traído de cabeza a muchas familias y para políticos y bancos es un asunto muy incómodo e impopular. Y aunque no existen dos casos iguales, en los últimos años se han establecido protocolos para tratar de reducir las estadísticas al mínimo posible.

Volviendo a la cifra del inicio, los 225 desahucios paralizados los últimos tres años en Jerez, parece que al Partido Popular no le sentó nada bien que la alcaldesa luciese satisfecha esa cifra y sólo un día después la acusó de "incoherencia e hipocresía" por "echar a una familia" de un piso. "Que no saque pecho", dijo el concejal popular Jaime Espinar refiriéndose al desalojo -que no desahucio- de una familia en residencial 'Calipso', cuyos pisos son de la empresa municipal Emuvijesa, por orden judicial y no por orden de Mamen Sánchez.

Se precipitó el joven Espinar no sólo al confundir un desahucio con un desalojo sino por no conocer antes que han sido los propietarios de esos pisos los que habían pedido al Ayuntamiento el desalojo de los okupas. Poco tiempo le faltó al PP para echarse encima del gobierno municipal, aunque fuese haciendo suya la defensa de una 'okupación', y poco le faltó a los vecinos para echarse encima del PP, probablemente el partido del que menos esperaba una reacción así.

Pero en política todo vale con tal de desgastar al rival: hasta traicionar los propios principios. ¿Está el PP a favor de las okupaciones de viviendas o esto sólo ha sido un error de cálculo? Más bien parece lo segundo, llevados como estamos por unos tiempos en los que sólo prima lo inmediato y en los que mucha gente cree que el que golpea primero, golpea dos veces. Y no es así. La política actual, no sólo la municipal, necesita de más reflexión y menos impulsividad, pues ésta lleva en ocasiones al ridículo. De hecho, el viernes tuvo que salir el veterano concejal Javier Durá a arreglar el desaguisado tratando de cambiar el guión de este asunto al pedir al gobierno municipal un plan contra las okupaciones ilegales de viviendas.

En el caso de los desahucios todavía es más recriminable el uso que se haga de estos dramas para obtener votos. Hay partidos, como Podemos, que han hecho bandera de ello porque cala en su electorado, sin distinción de casos y con amplias dosis de demagogia. Es uno de los rasgos de su radicalidad y no lo niegan. Pero que el PP se apunte a todo con tal de alcanzar el poder es algo que no ven bien sus electores, que no son precisamente amigos de los okupas.

El oportunismo se acaba pagando en las urnas. Eso es lo que al menos viene repitiendo Pablo Casado sobre el "okupa Pedro Sánchez" por pactar con el diablo en la legislatura que está a punto de finalizar.

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