Programación Guía completa del Gran Premio de Motociclismo en Jerez

Sentía gran curiosidad por lo que nos contasen Felipe González y Augusto Delkáder. Así que asumí el riesgo de aparcar mi preparación a contrarreloj de una conferencia sobre 'Teoría del conservadurismo práctico' para oírlos tranquilamente en el Oratorio de San Felipe Neri. No me esperaba que González apuntalase lo mío.

Hablando de la Constitución, nos contó que en política se pueden tocar muchas cosas del edificio de la convivencia y que serán más evidentes, porque son con las que convivimos. Las noticias de cada día, buenas o malas, pertenecen a esta categoría. Pero hay algo esencial para que el edificio no se derrumbe, y es lo que nadie ve: los cimientos. No cuidarlos o, todavía peor, dañarlos es una grave irresponsabilidad. Me regaló, pues, una metáfora estupenda, porque los conservadores son los que se preocupan por esos cimientos. También me regaló un paradigma para mi conclusión: hasta en quien menos se espera se pueden encontrar puntos de acuerdo en base a un conservadurismo sensato. El sentido común es un denominador ídem.

Para colmo, me inspiró otra reflexión, ya mía. Recordé que Jesús, en su parábola, había hilado más fino que Felipe González, dicho sea con todo respeto. Porque Él no habló de los cimientos, que, a fin de cuentas, como una Constitución, son obra humana, sino de edificar sobre roca, que es la naturaleza previa. Es más sólida, naturalmente, y remite a realidades que anteceden al pacto social. Éste, por razón de su origen, siempre será más endeble, e imposible de ver como sacro e indestructible.

Cuando creía que no podía salir más contento con lo que le oí (y no hablo de Augusto Delkáder porque el cariño me nubla la neutralidad), Felipe González interrumpió los aplausos finales para decir algo que, visto el esfuerzo de voz que hizo para imponerse a las palmas, le importaba especialmente. Agucé mi oído. Fue esto: "Según me han informado, en este Oratorio todavía se celebra la misa en latín y con el cura de espaldas. Como es debido. Para mí ha sido una gran noticia". Agucé la vista. No había ironía; si acaso un velo pudoroso de humor, el justo para poder decirlo. Se ha hecho viral algo que dijo sobre Puigdemont, que era una obviedad, y, sin embargo, esto, lo más trascendente, ha pasado, como suele, desapercibido. El político de instinto vivísimo se estaba acercando a la roca que lo cimenta todo, incluidos los cimientos. Reanudé mis aplausos.

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