Hablando en el desierto

Francisco Bejarano

Oscuridad histórica

El deseo de novedades de la especie humana es insaciable. Si la novedad no es tal y va acompañada de mentiras, el éxito es seguro e incluso se verá en ella un avance para la mejora de la sociedad. Se aprobó una ley de memoria histórica, no sabemos si aún vigente, fruto del pensamiento paradójico: se supone -que es mucho suponer- que la memoria histórica es colectiva; pero la memoria colectiva no existe, o es, con buena voluntad, la historia; la memoria es siempre individual y muere con la persona, como la del replicante de Blade Runner. O se deja la pequeña parte posible por escrito, o permanece en el espíritu puro para responder a las preguntas en los juicios transmundanos. Comoquiera que sea, no hay un hilo sutil e invisible que una las memorias de muchos para confluir en otra común que llamaríamos "histórica".

Hemos pasado casi sin sentir de la exaltación de las glorias patrias al recuento de las miserias. El bien discurrir nos indica que no hay ni una sola nación en el mundo con solo miserias que contar. Ni Haití. No sé si alguien habrá pensado que las naciones se forman, o deberían formarse, por las buenas, entre excursiones al campo y verbenas en las plazas, y no en procesos largos y sangrientos; pero a la par, pues todo va junto, con grandes alturas del talento humano. Historia de España es la catedral de Burgos y los sonetos de Garcilaso, el monasterio de Las Huelgas y Velázquez, el Camino de Santiago y el Quijote, san Juan de la Cruz y la América española. Y, como diría Domínguez Ortiz, también hay contar las guerras y las batallas, la sabiduría o torpeza de sus reyes, las gestas heroicas y las felonías miserables.

Sobre los hechos que nos enorgullecerían como españoles ha caído una oscuridad neblinosa. Ya levantará. Mañana de niebla, se dice, tarde de paseo. Los intereses políticos no nos pueden condenar a una noche eterna. Noche oficial, porque los historiadores seguirán investigando y la bibliografía existente sobre España es tanta y tan repartida por todas las grandes bibliotecas del mundo, que es imposible hacer pira progresista con nuestro pasado. Les gustaría. La paradójica "memoria histórica" lo intentó en vano. España es una, si los políticos la dejan, grande en su historia, y libre, si las leyes no pretenden darnos pie forzado para pensar. Y no juego con el lema franquista para dar que hablar a los maliciosos de mente sucia.

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