Crónica personal

Pilar / cernuda

Otoño caliente... para todos

EL anuncio de Rajoy de que bajará los impuestos el año que viene le da titulares, pero no va a impedir que las pase negras las semanas próximas. El otoño se prevé más caliente de lo que suelen ser los otoños calientes, y el asunto Bárcenas no se está llevando con inteligencia, lo que repercute en la imagen de un presidente del PP que había enderezado su perfil en la sesión parlamentaria en la que reconoció que se había equivoca do al confiar en la honradez del ex tesorero, pero que sale perjudicado del disparate de la destrucción de los ordenadores de Bárcenas. Y que no vengan con leyes de protección de datos, porque se podría haber aplicado hace tres años al indicar la puerta de salida al ex tesorero; no hace cuatro meses cuando era evidente que esos ordenadores eran básicos para la investigación del juez Ruz. Que cada palo aguante su vela, dijo Cospedal. Pues eso. La decisión de destruir los discos duros afecta a su propia vela, pero también a la de Rajoy como máximo responsable del PP.

Rubalcaba es otro que se enfrenta a un otoño complicado, y no sólo porque la marcha de Chacón a Miami en viaje de ida y vuelta es la evidencia de que se maltrata -políticamente- a los disidentes, lo que pone en cuestión el comportamiento -político- de los responsables de un partido. El problema para el secretario general del PSOE es que no remonta ni siquiera convirtiendo el caso Bárcenas en el centro de la arremetida contra el Gobierno, porque mal que le pese los españoles ya están curados de espanto respecto a la corrupción, que además no es patrimonio sólo del PP, y lo que más les importa es que alguien aporte soluciones a la crisis y el desempleo. Y hay que reconocer que en ese terreno Rajoy se mueve mejor que un Rubalcaba que ha formado parte importante del equipo Zapatero, el que condujo a España al desastre.

El otoño no sólo se presenta caliente para Rajoy. Rubalcaba también encontrará asuntos espinosos aunque intentará salir reforzado de la famosa conferencia que prepara Ramón Jáuregui, y que busca potenciar al actual equipo de dirección y procurar que los críticos no se hagan oír excesivamente alto. Y tampoco va a ser fácil para una Rosa Díez a la que las encuestas dan una subida histórica: en distintas regiones aparecen dirigentes que abandonan su barco, acusándola de autoritaria y de falta de modelo de partido, que pretende manejar a su antojo.

Llueve más fuerte para unos que para otros, pero pocos empiezan el curso con la satisfacción de los deberes bien hechos y un horizonte limpio y con buenos augurios.

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