La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

El PP no acaba de volar solo

Casado no parece convencido de soltar amarras con Vox: ha de reducir su espacio electoral disputándoselo, no imitándolo

Los españoles tienen perfectamente identificados a los dos partidos más crispadores de la política nacional: Vox y Unidas Podemos. Lo malo es que Podemos es el socio de Gobierno del PSOE y su influencia es muy superior a sus apoyos electorales, y que Vox influye demasiado en el PP. Las dos cosas dificultan el consenso transversal. El pacto entre los partidos que integran el núcleo duro del sistema democrático, y lo seguirán integrando.

Hablando de la derecha, la marginación de Cayetana y el contundente rechazo de la patética moción de censura de Abascal parecían abrir una nueva etapa en el Partido Popular, más centrada y menos rocosa: la única que puede llevarle a reconstruir una mayoría social y política de centroderecha con posibilidades de Gobierno.

Pero Pablo Casado da muestras continuas de que no se ha tomado completamente en serio esta nueva actitud de desmarque de Vox, como si no estuviera convencido del todo de que el PP ha de soltar amarras con la ultraderecha y reducir su espacio electoral disputándoselo y no imitándolo. A veces es cuestión de talante, lenguaje y tono. Hablar del Gobierno como una dictadura bolivariana o del pacto con Bildu como una rendición ante los filoetarras vale para los mítines, pero nada más.

Rechazar el acuerdo sobre el Poder Judicial que ya tarda más de dos años porque Podemos vaya a designar un vocal de veinte es una cabezonería sectaria (ya hubo vocales procedentes de ERC y PCE en el pasado). Intentar sabotear la nueva, y manifiestamente mejorable en dos o tres aspectos, ley de Educación con maniobras nada sutiles de las comunidades autónomas que controla el PP no es una actitud institucional, sino intransigente y extremista. Condenar la Ley de Eutanasia responde a una pulsión puramente ideológica y nada moderada, poco adaptada a la sensibilidad de las mayorías. Ya le pasó al anterior PP con la ley del aborto o la del matrimonio homosexual: rechazo rotundo, recursos al Tribunal Constitucional y, al final, convivencia con ellas. Cuando los populares vuelvan a gobernar, dentro de unos años, seguramente la dejarán estar.

Hacer oposición de brocha gorda, mantenerse intransigente, crispar los debates y no estar dispuesto a ceder es propio de Vox (y de Podemos, en el otro extremo). No le conviene al Partido Popular a medio plazo. Menos aún le conviene a España. Ni hoy ni mañana ni nunca.

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