La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

Que no, que el PP no se entera

No hay peor sordo que el que no quiere oír. El Partido Popular no se entera de que ya no tiene mayoría absoluta, no puede gobernar por decreto y necesita negociarlo prácticamente todo en un Parlamento muy distinto al de la legislatura 2011-2015. Uno escucha a Mariano Rajoy presumiendo de su infinita capacidad y disposición para los acuerdos, pactos y consensos y le alivia la impresión de que sí ha captado el mensaje del electorado. Pero ve lo que hace el PP en el Congreso a las primeras de cambio y percibe que la sordera continúa instalada en la cúpula del PP.

Porque si no estuvieran sordos de hecho los populares no habrían sufrido su primera derrota en el Congreso con la paralización de la efímera ley de educación, sino que la habrían retirado por iniciativa propia ante las actuales circunstancias. Tampoco hubieran propuesto para presidir una comisión parlamentaria al ex ministro del Interior Fernández Díaz, que fue reprobado por el Pleno del Congreso por usar a la Policía contra sus adversarios políticos, sino que hubieran situado allí a cualquier otro diputado del PP, con el voto de todos los grupos, ya que por reparto les correspondía presidir la comisión.

Como pasó con el ex ministro Soria, al que quiso meter con calzador en el Banco Mundial, Rajoy ha evidenciado en el caso de Fernández Díaz una concepción clientelar del poder: esa idea de que hay que repartir cargos entre los amigos siempre, y que siempre se puede premiar a los leales. Aunque el leal haya sido reprobado por la mayoría de los representantes del pueblo, aunque el premio sea encabezar una comisión (de Exteriores) que le viene ancha a su trayectoria política (Interior), aunque al final tengan que ponerlo al frente de una comisión secundaria (Peticiones), como de cagalástimas.

El PP ha mostrado dos cosas: una enorme falta de sensibilidad política y una deficiente adaptación a los nuevos tiempos. Por mantener simbólicamente el estatus de Fernández Díaz y no degradarlo a diputado de a pie -más 1.400 euros de complemento al mes-, Mariano ha sufrido en la práctica su segunda derrota parlamentaria en una semana y se apresta a negociar los presupuestos generales del Estado de 2017 con todos los demás grupos en estado de hostilidad.

Es señal de que afronta la legislatura con una prepotencia que no se compadece más que con el argumento chantajista de que puede adelantar las elecciones si no le dejan salirse con la suya. Cuando le convenga.

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