Al contrario que en 2018 y 2019, la eutanasia será pronto regulada como un derecho individual en la sociedad española. Una amplia mayoría parlamentaria permitió admitir a trámite el proyecto de ley orgánica correspondiente, y la misma o parecida mayoría aprobará en su día la nueva legislación. Será un avance en la medida en que evitará el sufrimiento inútil de muchas personas sin mermar los derechos de otras que no enfoquen igual su último tiempo de vida.

La ley abrirá la posibilidad de recibir ayuda para morir en caso de enfermedad grave, incurable e invalidante, que provoque sufrimientos insoportables, siempre que el enfermo lo demande expresa y reiteradamente y lo autorice una comisión de control tras la aprobación de dos médicos distintos.

Es lógico que la Iglesia Católica (no así los católicos de base, más sensibles al suicidio asistido) rechace frontalmente la ley de eutanasia. Cualquier ley de eutanasia supone un abierto desafío a la convicción de que la vida humana depende de Dios y sólo Dios puede quitarla. Ahora bien, ¿qué derecho tiene la jerarquía eclesiástica a imponer sus creencias a los que sostienen creencias opuestas? La ley divina únicamente se impone a la sociedad civil en las teocracias tipo Irán.

El Partido Popular acompañó a Vox en el rechazo a la toma en consideración de la ley, probablemente por la activación casi automática de sus pulsiones más conservadoras que las cuestiones morales inducen en la cúpula del partido o por la competencia del partido ultra. Pero ha sido una toma de posición ideológica, cortoplacista, de escaso recorrido y, desde luego, poco centrista.

Al PP le pierden muchas veces sus reacciones en caliente. Dentro de unos años retirará o dejará morir los recursos que va a presentar a esta futura ley. Ya le ha pasado con el aborto o con el matrimonio homosexual, denostados como pecados nefandos a abolir en cuanto los populares volviesen al poder y, una vez mandando, asumidos como hechos sociales normalizados en el siglo XXI y practicados por militantes y dirigentes del PP según su personalidad, interés, convicción y conveniencia. Como el resto de los españoles.

También le pasó con la autonomía andaluza, combatida sin tregua por la antigua Alianza Popular y que ahora es bandera y signo de identidad de Juanma Moreno. A lo mejor por aquel error de 1980 ha tardado tanto Moreno en gobernar Andalucía. Por llegar tan tarde el PP al autonomismo.

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