¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

El PP reacciona

Llegado es el momento de cosechar en votos los amargos tragos del pasado. Los PGE son el inicio de la reacción del PP

Vivimos extraños tiempos en los que ni la Semana Santa se respeta. Ya Adolfo Suárez, en los albores de la democracia, aprovechó el recogimiento del Sábado Santo para legalizar el PCE, noticia que sorprendió al búnker procesionando o tostándose junto al camarada Girón en Fuengirola (apenas hubo tiempo para reaccionar más allá de los improperios en las salas de banderas o la dimisión del almirante Pita de Veiga). Cuarenta años después, vivimos unas fechas de Pasión marcadas por el ritmo vertiginoso de comedia gamberra que el procés le ha imprimido a la política española; también por la decisión del Consejo de Ministros (con seis meses de retraso) de aprobar el proyecto de unos Presupuestos Generales del Estado con los que el PP quiere iniciar la reconquista del mucho terreno perdido en los últimos tiempos. Ya sabemos que Rajoy es lento cual digestión de paquidermo, pero también que nunca hay que desdeñar su astuta sabiduría de viejo mandarín de Pontevedra.

Los Presupuestos que llevará el PP al Parlamento para su aprobación, ya se ha dicho, son claramente electoralistas; es decir, reparten dinero generosamente a una serie de colectivos, especialmente a los pensionistas y los funcionarios, para intentar comprar voluntades. El clientelismo (ese pariente cercano del populismo), siempre ha sido una característica de la democracia española, aunque en pocos lugares como la Andalucía socialista ha llegado a cotas de tan elevada perfección. En honor a la verdad, hay que decir que el Gobierno se puede permitir estas cuentas en las que se gasta mucho y se bajan los impuestos porque con anterioridad ha hecho un duro e impopular trabajo económico que le permitirá una recaudación récord. Llegado es el momento de cosechar en votos los amargos tragos del pasado. La reacción del PP ha comenzado y el resultado lo veremos durante el gran ciclo electoral de 2019, en el que se desarrollarán elecciones municipales, europeas y autonómicas. El asalto final será en las presuntas Generales de 2020. Todavía hay tiempo para que el PP revierta sus malos resultados demoscópicos.

El problema que tiene el PP es aritmético. Es decir, no tiene mayoría en el Parlamento para aprobar estos números. Por ahora cuenta sólo con el apoyo de Ciudadanos, su íntimo enemigo con el que, sin embargo, está condenado a entenderse ahora y después de las elecciones. Por su parte, el PNV sigue haciéndose de rogar escudándose en la solidaridad con los Països, pero los que tienen línea directa con la Sabin Etxea dicen que ya han empezado a cansarse del esperpento catalán. Huele a pacto.

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