Su propio afán
Enrique García-Máiquez
Si yo fuera rico
La ciudad y los días
Fiesta socialista en Fibes con presencia y aire sanchista. Parece que los partidos, y el PSOE más que ningún otro, se hacen a sus líderes más que estos a la historia, ideología y valores de sus partidos. Pese a que el aspirante a la Alcaldía y actual alcalde dijo que tenía ideas e ideología, y que "la gente que no tiene ideología no son de fiar", parece que en el actual PSOE no tienen mucha presencia ni las ideas y ni la fidelidad a la ideología socialdemócrata que ha caracterizado al partido, dándole tantas mayorías absolutas, tras los giros de Suresnes, el XXVIII Congreso de mayo del 79, el Congreso Extraordinario de septiembre de ese año y el XXIX Congreso que, no casualmente, fueron el preludio de la aplastante victoria del 82. Quizás por eso acudió a la tan común reducción partidista de la palabra ideología, que no indica sometimiento a un partido, sino el "conjunto de ideas fundamentales que caracteriza el pensamiento de una persona o colectividad".
Lejos de las ideas, la reivindicación de la tópica jarana sevillana fue lo más sobresaliente en este mitin. Hubo piropos de pregón a la ciudad que el candidato definió como "la más seductora del mundo" y otros intervinientes como "el corazón del PSOE" y "la catedral del socialismo español", olvidando que ese corazón empezó a latir con fuerza gracias a los sevillanos que lideraron el partido desde Suresnes y los congresos citados, y hoy no parecen precisamente entusiastas con el rumbo del PSOE sanchista. Y denuesto folclórico y costumbrista del aspirante popular a la alcaldía, no solo porque según los intervinientes el PP supone "apagón", "freno", "retroceso" y "parálisis", sino porque, como dijo Espadas -el candidato a la Junta que, ayudado por los escándalos de corrupción, llevó al PSOE de los 1.010.889 votos de 2018 a los 883.707 de 2022-, "no queremos tristes que nos recuerden un pasado gris, sino gente con sonrisa y preparada", en el más puro sevillaneo que confunde seriedad con tristeza e impone la alegría como requisito de esta tierra que según el alcalde bate el récord mundial de seducción, convirtiendo a Antonio Muñoz en la sonrisa del PSOE como Solís Ruiz lo fue del Régimen: si no sevillano, por lo menos era egabrense, por lo tanto andaluz, y por ello obligatoriamente chistoso, alegre y sonriente. Gran argumento cien por cien andaluz y sevillano este de descalificar a un contrincante tachándolo de triste.
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