La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

¿Qué ha sido del PSOE?

Un partido persigue dos cosas: alcanzar el poder y mantenerlo. El PSOE seguirá siendo Partido Sanchista hasta ser derrotado

Es difícil reconocer en el PSOE que acaudilla Pedro Sánchez algún rastro de aquel Partido Socialista reformador y progresista que cambió la sociedad española -para mejor- más que ningún otro, que ofreció estabilidad y seguridad a un país históricamente convulso y fratricida, y que defendió su ideología y aplicó su política con sentido de Estado y espíritu integrador.

Lo que vemos en el PSOE de Sánchez es una organización al servicio de las ambiciones de su líder, con una relación más bien flexible con los principios ideológicos de la socialdemocracia, inclinado a integrar en "la dirección del Estado" -la expresión es de Pablo Iglesias- a los enemigos del Estado, con aliados y compañeros de viaje cuyos programas cuestionan abiertamente el régimen democrático de 1978 (no quieren reformarlo ni mejorarlo, sino enterrarlo, erradicando la Monarquía parlamentaria, la unidad de España y los derechos de muchos españoles), y sin escrúpulos para mentir, asociarse con el diablo y cambiar de ideas o de posición de un día para otro.

Frente a este PSOE antes sanchista que socialista, capaz de blanquear a Bildu mejor que pactar con Ciudadanos, no por necesidad sino por designio oportunista y afán de poder, apenas quedan voces con autoridad que se atrevan a expresar sus discrepancias con el rumbo que ha impuesto Sánchez desde que los militantes lo votaron como su mejor líder: Felipe González o Alfonso Guerra, en plan abuelitos Cebolletas y aguafiestas externos al fin y al cabo, y los barones Fernández Vara, García-Page y Lambán, y la ex baronesa Susana Díaz, como disidentes internos, aún con mando.

Comprendo la moderación y prudencia de sus críticas. ¿Qué otra cosa pueden hacer? Todos ellos son militantes de un partido político, y todos los militantes de un partido saben que su primera obligación es alcanzar el poder y su segunda obligación no abandonarlo durante todo el tiempo posible. Y eso quien lo garantiza hoy a los socialistas es Pedro Sánchez, tanto el poder actual como el proyecto puesto en marcha para eternizarse en el mismo. Que eso sea a costa de cambiar el socialismo por el populismo, la estabilidad democrática por la fragilización del sistema, las alianzas entre semejantes por los pactos con el enemigo, la integración nacional por la desintegración, etcétera, palidece ante la enorme fuerza del poder. Es cemento.

El PSOE seguirá siendo el Partido Sanchista mientras no sea vencido en las urnas.

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