La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Pan y libros, no circo

Tenemos dos posibilidades: reconocernos en escritos de hace milenios o irreconocibles para nosotros mismos

Transhumanismo, cibercontrol, robots sintientes, interfaces mente/máquina, era poshumana… Pese a tantos descubrimientos, innovaciones, inventos o elucubraciones sólo tenemos dos posibilidades: ser básicamente los mismos o no ser. Es decir, reconocernos en textos escritos hace 28, 27 o 25 siglos -Ilíada, Biblia, Confucio, Sócrates, Orestíada, Antígona, Medea- o hacernos irreconocibles para nosotros mismos. Nada de aquellos mundos, en cuanto a organización social y política o descubrimientos científicos y mejora de las condiciones materiales de vida, tiene que ver con nosotros. Pero en lo que se refiere a los sentimientos y la búsqueda del sentido de la existencia y normas que permitan vivirla con humanidad, somos los mismos. Por eso estos antiguos textos nacidos en mundos extinguidos hace más de dos milenios siguen emocionándonos y enseñándonos.

Se trata de la humanidad con todos los matices con que la RAE la define: fragilidad o flaqueza propia del ser humano; sensibilidad, compasión de las desgracias ajenas; benignidad, mansedumbre, afabilidad. ¿Dónde se muestra un mayor catálogo de fragilidades o flaquezas, una tan conmovedora sensibilidad compasiva hacia el sufrimiento, una invitación más esperanzadora a la benignidad que en estos textos milenarios? Lean Los hombres decisivos: Sócrates, Buda, Confucio y Jesús, primer volumen de la personal historia de la filosofía de Karl Jaspers.

De ellos -con sus precursores homéricos o bíblicos- venimos y hemos evolucionado hasta ser lo que somos. Y de no romper con ellos, y con cuanto a partir de ellos se ha pensado y escrito o expresado emocionalmente a través de las artes, depende que sigamos siendo. No es casual que las dos últimas acepciones de humanidad que el diccionario recoge sean "conjunto de disciplinas que giran en torno al ser humano, como la literatura, la filosofía o la historia" y "lengua y literatura clásicas". O lo que es lo mismo, lo que comúnmente se llama humanidades y se está acorralando y expulsando de los planes de estudio. La ciencia tiene que ver con nuestro estar, y de ahí su importancia. Las humanidades tienen que ver con nuestro ser, y de ahí su importancia igual si no aún mayor. El pasado dos de enero publicó la compañera Charo Ramos en este diario una entrevista con Nuccio Ordine, el autor de La utilidad de lo inútil o Clásicos para la vida. Si no lo hicieron, léanla.

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