Paradojas y votos

Hay que echarle corazón y votar el programa y el mensaje que convenza a cada cual, sin jugar a estrategas

Explican los demoscópicos que "las tres derechas" van a sufrir una dramática paradoja de ida y vuelta. En las generales, por culpa de la ley d'Hont y, sobre todo, del tamaño de las circunscripciones, la división del voto acabó penalizándolas. Ahora, que no se va a dividir el voto, esa falta de división (por falta de entusiasmo) les va a perjudicar (se prevé). Siendo circunscripciones únicas, ni en las municipales ni en las europeas perjudicaría la división, como no lo hizo en las andaluzas, eh, que ya se nos han olvidado.

Pero más que una paradoja, yo veo vanidad. No sé a cuento de qué vienen esos cálculos maquiavélicos con la importancia del voto de cada uno. Un voto (el de usted, el mío) es una gota de agua en el océano del censo. No puede cambiar nada en su individualidad intransferible. Montarse un ajedrez estratégico como si mi voto fuese el alfil de negras que va a dar un jaque mate al rey rival es arrogarse un papel protagonista en una película de ciencia ficción.

Se ha señalado ya que todos los partidos han puesto corazones en sus cartelerías, menos Vox, y se ha dicho que eso es un síntoma del sentimentalismo imperante. Como propaganda electoral que son, los carteles transmiten una imagen mejor de nosotros mismos. Si quisieran ser espejos fidedignos, en vez de corazones, pondrían ombligos. Porque no tenemos sentimentalismos, ojalá, sino ombliguismos, cada cual pensándose el centro del universo. Este ejemplo de la gente sopesando su voto como su tesoro de Gollum, mi tessssooooro lo prueba.

Habría que echarle corazón, precisamente, y votar el programa y el mensaje que convenza a cada cual, sin jugar a estrategas. Y también echarle cerebro y oír lo que tienen que decirnos los políticos. Nadie les escucha ya, ¿se han fijado?, todos tan entretenidos en hacer nuestras cábalas.

Su voto de usted no va a cambiar el resultado electoral, siento informarle; pero para su moral y sus principios es la mayoría absoluta, no, la unanimidad. Este cálculo debe ocuparle: sumar uno más uno: uno, su voto, uno, usted. Las otras cuentas corremos el riesgo de que nos salgan paradójicas y contraproducentes, además de impracticables. Atendamos a los candidatos, no sé, a González Pons del PP, a Luis Garicano de Cs y a Francisco José Contreras de Vox, por poner a los tres últimos que he oído y leído, y comparemos y, si encontramos a uno que es mejor, votémosle. La democracia es esto.

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