La nicolumna

nicolás / montoya

Patrones de costura

T ODA ciudad que se precie cuenta con un patrón de toda la vida y una patrona, normalmente coronada, que sale en procesión por las calles. Todos ellos tienen atrás una historia propia, y han dejado un legado perpetuo para muchos siglos. Pero resulta que en este pueblo que nos ocupa, san Dionisio es un mero comparsa al lado de todos los sucedáneos que nos han ido lloviendo por obra y gracia de los dioses del Olimpo y los amigos de los santos de medio mundo. Patrones y acólitos que han tenido su momento de gloria, que han sido bendecidos por la suerte, que han podido representar a todo un pueblo y que han salido procesionando multitud de veces y que han querido dejar sus huellas plasmadas en nuestras vidas. De le época de Pacheco no hay mejor recuerdo que la gran cantidad de glorietas y de variaciones del tráfico rodado que se consiguieron a golpe de estertores faraónicos en forma de rotondas de colores, de números y de múltiples advocaciones, que han creado impronta en todo el mundo. De la época de Pilar, se van a recordar los miles de millones de segundos de tiras y aflojas en los medios y sobre todo un parque tecnológico y un ciudad del transporte que ha quedado discapacitada desde sus inicios y con más inconvenientes que ventajas. Pero, sobre todo, de la anterior corporación del partido popular va a quedar en la memoria colectiva de los jerezanos la chapuza de los eres a miles de jerezanos y la acrobacia urbanística que se está creando con una carril bici que está cambiando la fisonomía del jerez que conocíamos desde chicos y que sin duda, va a provocar que para las próximas décadas, la movilidad de nuestros hijos y nuestros nietos depende en demasía de un carril y de unas subvenciones europeas poco realistas. El patronazgo tiene su interés cuando el patrocinio es auténtico y eficaz, pero cuando acaba siendo un mero escaparate vacío de contenidos, casi mejor que se dejen de patrocinarnos para que donde haya patrón incompetente puedan mandar marineros.

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