Pedrito y el lobo

Pablo Iglesias fue el primero en no creerse el cuento de "Pedrito y el lobo" de Pedro Sánchez

Divierte esta paradoja: las elecciones son "la fiesta de la democracia" y tal y "oh là là c'est trop jolie!"; pero, al mismo tiempo, su celebración es un cataclismo, un fracaso de los políticos y un abuso contra los sufridos ciudadanos. ¿En qué quedamos? Es como si el pueblo soberano hubiese devenido en misántropo y odiase las fiestas (de la democracia). A mí, individualista, no deja de consolarme tan paradójico mal de muchos.

En pago a tanto consuelo, traigo buenos pronósticos. No habrá, queridos alérgicos a la fiesta, nuevas elecciones. Pablo Iglesias, que no tiene un pelo de tonto aunque arrastre coleta, tuvo claro que Sánchez no iba a convocar y subió la apuesta.

¿Por qué? El éxito del presidente (o de su asesor Redondo) fue aumentar la participación a niveles casi del infausto 14-M. Se dice que lo consiguió gracias a la foto de Colón de las tres derechas. Sí, pero no hay que quitarle mérito maquiavélico. Usó muy técnicamente sus medios técnicos. El miércoles antes de las elecciones, empezó a difundir la noticia del espectacular crecimiento de Vox por televisiones, radios y redes. Ni un minuto antes, para que el mensaje de Vox no calase. Ni un minuto después, para que el miedo se extendiese. Casado compró aquello y ofreció rápidamente ministerios a Abascal, ¿lo recuerdan? El votante de izquierdas corrió a las urnas para parar esa inminente alianza nacional.

Lo que hace improbables unas nuevas elecciones es que un instrumento tan eficaz ya no está a disposición de Pedro Sánchez. Por la mecánica del cuento de "Pedrito y el lobo", por supuesto; pero, además, por tres motivos encadenados: 1) el papel de Vox en Andalucía, donde se van acumulando horas de vuelo, no lo muestra como un peligro para nadie; 2) el discurso de Abascal estará siendo de oposición firme, pero no incendiario; y, sobre todo, 3) ni C's ni el PP han dado ni agua a Vox. Aquellas promesas de ministerios de Casado, ¿qué fueron sino verdura de las eras? El fantasma de una alianza nacional se disolvió en el aire. Si algo da miedo ahora son los nacionalistas, Bildu y ERC, socios reales del PSOE.

Sánchez sabe (o al menos Iván Redondo) que sin los índices de participación inducidos en la última elección, la derecha habría sumado. Ahora tendrían que pagar, además, el peaje electoral por endosarnos otra fiesta de la democracia. No habrá elecciones. Podemos seguir escribiendo suaves artículos veraniegos.

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