Días atrás supimos - otras veces no nos enteramos - que una persona mayor había sufrido un accidente al andar tranquilamente por la Porvera y tropezar con algunas de las infinitas losas levantadas del acerado. Era lo más normal. Lo que nadie comprende es cómo no han pasado muchas más cosas y de mayor gravedad. Nuestras calles están en un lamentable estado. Este que les escribe, andarín por prescripción facultativa, lo sufre todas las mañanas por muchos lugares. Por eso no es de extrañar que las caídas se sucedan con frecuencia. Nosotros, desde aquí, lo hemos denunciado en reiteradas ocasiones. Ni caso. Antes de las elecciones, se dieron 'apañitos' para lavar la cara antes de que los ciudadanos acudieran a las urnas. Pero con mínimos lavaditos no se soluciona un problema que tiene a la ciudad sumida en una realidad poco digna. El otro día hubo una celebración extraordinaria en una bodega de la calle Arcos. Para que los invitados no sufrieran accidente alguno, en la acera cercana a la puerta de entrada a tal bodega, se tapó un boquete que llevaba allí años. No obstante los arriates de aquel lugar ofrecen un espectáculo vergonzante. Si los invitados no pusieron el grito en el cielo seguro que fue por no poner en un compromiso a la ilustre novia. Y si el deterioro de las calles es manifiesto, no se puede olvidar la patente suciedad que, también, presenta la vía pública. Centrémonos en la Porvera: todos nos maravillamos con el abovedado natural que ofrecen las jacarandas. Extraordinario. Sin embargo, dichos árboles provocan que el suelo se convierta, por culpa de la no limpieza de las flores caídas, en un masa pegajosa que pone en entredicho la propia belleza de tal paisaje urbano. Si a lo pegajoso del suelo, se le suma que las aceras están levantadas y con las losas en ese irregular estado, tan bella arteria jerezana sólo va a ser motivo de postal. En definitiva, Jerez, peligro para caminantes.

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