Peligro sobre peligro

Con las amenazas que se quedan luego en nada, hemos entrado en el período político de Pedrito y el lobo

Me impresiona la portada de Time que ha declarado persona del año a Donald Trump. No por el diseño. Mucho más chulos fueron los diseños de las portadas dedicadas a insultarle, como aquellas dos en las que se derretía, aunque, en realidad, se agigantaba. El diseño de la de ahora también tiene quizá su recámara. Hay quien asegura que las dos puntas de la M del título de la revista, que caen sobre la dorada cabeza del político, hacen las veces de unos cuernos bien plantados. Umm (o muu). Podría ser, y de serlo, sería el berrinche de la impotencia, porque lo que importa de la portada es que reconoce la derrota, aunque con el resentimiento de llamarlo presidente de los Estados Desunidos de América. La elección como persona del año de Trump responde, afirman, a que, con una campaña muy poco convencional, derrotó primero a su partido y luego al rival. Ni que decir tiene que están pensando que derrotó, sobre todo, a la revista, que es lo que les duele.

En el fondo, lo que impresiona es la naturalidad con la que han cambiado de portadas en Time en tan poco tiempo. De la caricatura al halago, aunque con puyita escondida, para excusarse ante los suyos. Nos habían avisado de que con Trump se acababa el mundo, y ahí están, sin solución de continuidad, erigiéndole, oh, persona del año. Es un símbolo. El que prefiera hechos más tangibles, tiene la Bolsa, que iba, huy, a desplomarse con la victoria de Trump, y ha subido.

Más o menos lo mismo -en las bolsas y en general- está sucediendo con el Brexit. Incluso quienes se opusieron a él, pensando en sus catastróficas consecuencias, están reconociendo que se pasaron con sus temores y sus malos augurios. Si la Unión Europea quiere mandar un mensaje ejemplarizante a los euroescépticos, que corra, porque se le está pasando el arroz. La batalla de la normalidad la están ganando los ingleses partidarios de abandonar la Unión Europea. Reconociendo que el impacto sobre la economía británica ha sido duro, lo ha sido mucho menos de que se había vaticinado. Es lo que tiene amenazar con el Apocalipsis. Después, todo lo que no sea el Armagedón, parece un tiempo primaveral.

Y aquí quería yo llegar. Desde el momento en que la gente ha dejado de hacer caso a las amenazas de los peligros sobre peligros, hemos entrado en el período político de Pedrito y el lobo. Con cada desastre fallido, los voceros del fin del mundo se van quedando más afónicos.

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