Yo creo firmemente que, mientras existan personas como Alexander Solzhenitsin, los campos de concentración subsistirán y deben subsistir. Tal vez deberían estar un poco mejor guardados, a fin de que personas como Solzhenitsin no puedan salir de ellos". Una monstruosidad, ¿verdad? Pues la escribió Juan Benet en Cuadernos para el diálogo cuando el escritor ruso -cuyo centenario se celebró ayer- visitó Madrid en 1976. Franco había muerto pero el franquismo estaba vivo. Y denunciar el horror de la dictadura soviética se consideraba franquista. Para la izquierda de la época Paracuellos y las checas eran falsedades inventadas por la propaganda franquista, al igual que las purgas estalinistas, las fosas de Katyn, el genocidio ucraniano o el gulag eran mentiras del imperialismo yanqui. O se ensalzaban, como hizo Benet. Al igual que se celebraban las matanzas de Mao: los maoístas europeos y españoles aplaudían los crímenes de la Revolución Cultural (1966-1976: unos tres millones de víctimas).
El negacionismo de la izquierda es escandaloso. Cuando a los socialistas zapateristas y sanchistas (lo menos que se despacha en socialismo) se les llena la boca con la memoria histórica se refieren sólo a los golpes y crímenes franquistas, nunca a los de los socialistas radicales y sobre todo a los de los comunistas y anarquistas. Se han quitado de las calles, y muy bien hecho, los nombres de los golpistas franquistas. Pero las hay dedicadas a Largo Caballero o Pasionaria, que no fueron precisamente defensores de la democracia republicana.
Meten miedo con Vox. Ciertamente es tan preocupante que al PP le haya crecido un rival populista a su derecha como que al PSOE le creciera a su izquierda. Pero Vox sólo tiene 12 escaños en el Parlamento andaluz mientras que en el nacional Podemos y sus confluencias tienen 67, los independentistas radicales y populistas suman 23, y son el apoyo de Sánchez. Por ahora los de Vox no pegan a nadie, no asedian parlamentos, no utilizan métodos de kale borroka y no dan golpes de Estado, como hacen los independentistas y radicales catalanes; ningún líder de Vox apela a vías de confrontación armada como ha hecho Torra; y no mandan reporteros -la Sexta, vulnerando el principio del secreto del voto- para "señalar" a los votantes de Vox en Marinaleda. De momento es más preocupante el perro populista e independentista de izquierdas que el cachorro populista de derechas.
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