Crónica Personal

Piedad para quien no la tuvo

La etarra Sara Majarenas merece estar con su hija. Más por la niña, casi un bebé, que por ella misma

Sara Majarenas es una terrorista etarra condenada a 13 años y medio de prisión por pertenencia a banda armada. Cuando le detuvieron junto a su pareja, también miembro de ETA, les encontraron toda clase de explosivos, bombas lapa e información minuciosa sobre personalidades contra las que cometer atentados, entre ellas Rita Barberá.

Majarenas, en prisión desde el 2005, convivía en la cárcel de Picassent con su hija, que ha cumplido tres años este jueves y por tanto, como los hijos del resto de las presas que viven en las cárceles españolas viven con sus madres en un ala especialmente acondicionada, tiene que dejar Picassent.

Algunos fines de semana salía para pasarlos con su padre. Hace dos semanas fue gravemente herida por él, que la atacó con un cuchillo y la dejó tirada en el suelo pensando que estaba muerta. Las autoridades permitieron a su madre acompañar a su hija durante el tiempo que permaneció en el hospital y, al darle el alta, las dos regresaron a la prisión. Ahora, cuando llega el momento de la separación hasta que Majarenas cumpla el resto de su condena, ha suplicado que le permitan estar con su hija, por lo que su abogada ha pedido el tercer grado.

La súplica que ha calado entre las autoridades penitenciarias por la difícil situación en la que se encuentra la niña, hasta el punto de que el propio ministro del Interior ha dicho públicamente que se debe tomar en consideración el caso de Majarenas por cuestiones humanitarias y porque ha cumplido las tres cuartas partes de su condena. El juez finalmente ha decidido que Majarenas viva con su hija en una fundación acondicionada a sus circunstancias, vigiladas las dos y con los necesarios controles a los que están obligados quienes no han cumplido totalmente su condena. La piedad demostrada por las personas implicadas en el caso se contrapone a la no piedad que demostró Majarenas cuando era una terrorista del comando Levante que, tras innumerables actuaciones delictivas, decidió cometer atentados. Una actitud que debería hacer reflexionar a quienes todavía consideran héroes a los etarras y verdugos a los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, a pesar de que centenares de ellos perdieron la vida tratando de salvaguardar a los españoles de la brutalidad de ETA.

Sara Majarenas merece estar con su hija. Más por la niña, casi un bebé, que por ella misma. Se debe tener piedad ante su difícil situación actual incluso sabiendo que, hace unos años, tanto ella como su círculo más próximo despreciaban ese sentimiento.

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