Ojo de pez

Pablo Bujalance

pbujalance@malagahoy.es

Pin de humo

Cada nueva polémica sobre la educación tiene muy poco que ver con sus problemas reales, de los que no se habla

La polémica en torno al pin parental es, fundamentalmente, mentira. Todos los centros educativos, ya sean públicos o concertados, tienen la obligación de dar a conocer en los primeros meses de cada curso todas las actividades, ya sean curriculares, complementarias o extraescolares, que se van a desarrollar a lo largo del mismo. Esta información está por tanto al alcance de cualquier padre interesado, que, en el caso de cualquier duda o desacuerdo, puede manifestar sus objeciones al equipo educativo y discutir lo que estime conveniente, sin más límite que la propia ley. Si se trata de dar luz verde a los vetos, reclamar una educación a la carta o instruir a los docentes sobre cómo tienen que hacer su trabajo, la institución educativa, como cualquier otra, no se va a mostrar muy flexible. Y si es verdad que hay tanta gente con ganas de poner a los maestros en su sitio (no existe hoy día profesión más denigrada ni tan puesta en entredicho: nada como tildar a los docentes de incapaces para obtener cierto rédito social), igual hay que concluir que el carácter acomplejado de la sociedad española es más acusado de lo que creíamos. Ahora bien, ¿viene a solucionar algo la propuesta de Vox? ¿Obedece a alguna reclamación real? Pues la verdad es que no: no se puede decir que exista una demanda de peso. Es un debate inventado.

En el fondo, es un poco lo de siempre. Cada nueva polémica sobre la educación tiene muy poco que ver con los problemas reales de la misma. Ya se ocupan los centros, como buenamente pueden, de dialogar, pactar y alcanzar acuerdos con los padres de sus alumnos (los que quieren implicarse, claro; si algo no ha cambiado es que éstos siguen siendo minoría) sin más premisa, insisto, que la legalidad. Lo que no pide Vox, ni prácticamente nadie, son ratios menores en esos mismos centros, porque, por muchos pines parentales que nos pongamos, en un aula con 37 alumnos es muy difícil dar clase. Y esto es algo que sí afecta de manera directa a la educación de nuestros hijos. Por no hablar de la dotación material y personal, a menudo insuficiente e impropia, en Andalucía sin ir más lejos. O de la situación de desamparo de los centros en las áreas rurales. No, todo es trazo grueso. La escuela pública adoctrina, la concertada segrega. Quienes piden el pin parental dicen estar muy preocupados por la educación. Pero esto también es mentira. Si lo estuvieran, llevarían años pidiendo cosas mucho más urgentes y anteriores de las que aún carecemos.

Así que seguiremos esperando el próximo debate estéril en el que haya que entrar sí o sí para estar a la última. Como siempre.

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