La ciudad y los días

carlos / colón

Piratas y maricas

LO dice el sentido común y lo voceaba José Luis (y su guitarra) cantando aquello de: "Esta es la verdad, / la pura verdad, / sobre Gibraltar… / [aquí metía el hombre -¡y en verso!- toda la historia del asunto desde 1704] Han pasado los años por el peñón / y la bandera inglesa / ondea al sol. / Más a pesar de todo, /el mundo no ha olvidado / que Gibraltar será siempre español… / No tienen razón, / bien lo sabe Dios, / no tienen razón. / ¡Gibraltar español!".

Cualquier persona sensata debe estar de acuerdo en que ya es hora de poner fin al anacronismo minicolonial de Gibraltar, reconocer lo justo de la reivindicación española y deplorar el daño hecho tanto a los pescadores, con los bloques de hormigón que se han tirado en un caladero, como a los españoles que trabajan en la Roca, víctimas de las restricciones del tránsito.

Dicho lo cual hay que reconocer que la actual crisis y el anuncio de la llegada de la flota británica han desatado una epidemia de anglofobia que huele a rancio. Uno recuerda a un viejo profesor que resumía así la II Guerra Mundial: los italianos eran unos cobardes que apestaban a colonia; los rusos, unos animales; los americanos, unos maleducados que mascaban chicle y ponían los pies sobre las mesas; los ingleses, piratas, mercachifles y maricones; y los alemanes… ¡Ah, los alemanes! Los alemanes, para este buen hombre más víctima de su ignorancia que de su maldad, eran unos auténticos caballeros.

¿No recuerdan la germanofilia pronazi y la anglofobia antialiada que asoló la España de los años 40 y perduró entre los más enrocados hasta los 50 y los 60? A la legendaria delantera del Sevilla se le llamó Stuka y no Spitfire por algo. Lo de la pérfida Albión, aunque de antiguo origen francés, fue rescatado tras una victoria futbolística contra los ingleses. Inglaterra era una nación de piratas que llegó a nombrar caballero al infame Drake, el mismo rufián que atacó Cádiz, La Coruña y a la Invencible. Y así hasta los mismísimos años 60 en los que, tras la despenalización de la homosexualidad en Inglaterra, muchos conciudadanos nuestros vieron ratificada una vieja teoría: los ingleses son todos maricones. Y como para muestra basta un botón, ahí estaban Oscar Wilde y Cliff Richard.

"Roba vecchia" (cosas viejas) que dicen los italianos, sí. Pero estos días algunos tertulianos y un académico parecen surgidos de las profundidades anglófobas de los años 40.

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