Editorial

Un Plan que no logra el consenso

NI PP, ni PSA, ni IU han apoyado al Partido Socialista en la tramitación del nuevo Plan General de Ordenación Urbana, el documento más importante en lo que se refiere al futuro de la ciudad para la próxima década y que ayer fue aprobado de forma provisional en un pleno extraordinario. Entre otras razones, la oposición en bloque ha dicho 'no' porque la planificación no define un modelo territorial "claro, ni definido" y porque se han repintado los planos de forma "arbitraria" y "discrecional". Es la primera vez en la historia democrática reciente de la ciudad que un instrumento de esta envergadura nace sin el respaldo unánime de la Corporación. Sin embargo, la falta de consenso o las escasas explicaciones técnicas que ofreció el delegado de Urbanismo, Juan Pedro Crisol, que basó toda su intervención en la urgencia de contar cuanto antes con el documento aprobado, no son las peores noticias. Los años perdidos por culpa del nulo entendimiento entre los gobernantes municipales y la entrada en vigor del Plan de Ordenación del Territorio de Andalucía (POTA) -en un principio rígido y severo y a la postre flexible y moldeable- han provocado que el Plan vea la luz en el peor momento posible. Por la crisis por todos conocida, ahora es quizá mucho más razonable (y rentable) pensar en pequeños estudios de detalle, mínimas ejecuciones urbanísticas, que en grandes actuaciones, como de antemano plantea el documento. Y lo cierto es que ni hay promotoras con liquidez ni existen bancos dispuestos a seguir financiando un sector a la baja: el del 'ladrillo'. Más lamentable aún es pensar si estos últimos años en los que el documento ha estado perdido en trámites administrativos, cuando debió estar aprobado, podrían haber servido para encarar esta situación de crisis en mejores condiciones. Dicen que hay cientos de empresas esperando que se consolide el suelo , pero no pocas fugas de inversiones ya han sido detectadas en el término. Inversiones que hubieran aliviado la desesperante situación que vive la ciudad, incapaz de sacar la cabeza y combatir con garantías la acuciante lacra del paro. Ni gobierno ni oposición han perdido batalla alguna, es la ciudad la que sale perdiendo ante la falta de consenso con un instrumento decisivo para el que la Junta de Andalucía tiene la última palabra.

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