Entre paréntesis

Rafael Navas

rnavas@diariodejerez.com

Planes de choque

Pocos asuntos acaparan tantas conversaciones como el tiempo y la limpieza de las calles. Dando por sentado que se avecina un mes de septiembre más caluroso que el pasado agosto, seguimos a vueltas con el problema de la suciedad en la ciudad, que tanto juego dio en la pasada campaña electoral. El cambio en la concesionaria de la limpieza viaria y la recogida de basuras, efectivo desde hace unos días, ha generado de nuevo un amplio debate en una época del año en la que todavía es más visible la ausencia de un buen servicio. Este es uno de los principales caballos de batalla de cualquier ciudad turística, pues la suciedad no es el mejor escaparate de cara a quienes nos visitan ni el mejor reclamo para que los residentes confíen su voto a quienes gobiernan.

En Jerez no existe tanto un problema de falta de limpieza -que lo hay, y si no, no se hubiese cambiado de concesionaria- sino de sensación de suciedad. Basta con dar una vuelta por otros municipios para comprobar que algunos con un término municipal mucho más pequeño están bastante más sucios, lo que no debe ser un consuelo, y que, por contra, existen otros en los que hasta se puede comer en el suelo. Esa sensación de ciudad sucia en Jerez se agrava por el hecho de que existen todavía muchos edificios y solares abandonados tanto en el centro como en las barriadas y polígonos industriales. En algunas zonas se podría rodar, ahora que Jerez está de moda para las productoras de cine, una película ambientada en la guerra de los Balcanes, por ejemplo.

De poco servirán 'planes de choque' -como gusta decir ahora- contra la suciedad si no van acompañados de otras medidas de rehabilitación para hacer más atractivas esas zonas y evitar o mitigar el éxodo de habitantes hacia núcleos residenciales que viven de espaldas al resto de la ciudad. Naturalmente, cuando de limpieza se habla, tampoco sirve hablar de cambios de concesionaria, de planes de choque y el último grito de la maquinaria si los ciudadanos siguen ensuciando y se escudan fácilmente criticando a los barrenderos y aludiendo a la falta de contenedores.

Lo que parece claro en este tiempo de vendimia es que hay planes de choque, pero no sólo por la limpieza, sino de todo tipo. Con ese permanente horizonte electoral, cualquier asunto es válido para la confrontación con el adversario político. Da igual que sea la carne mechá, un centro de menores inmigrantes o un equipo de fútbol. Todo acaba estallando en un conflicto, un choque, sin que los protagonistas se ruboricen lo más mínimo por sus cambios de criterio derivados de los cambios de responsabilidad de gobierno de su partido.

Esa sensación de enfrentamiento continuo, de falta de consenso y de cainismo crónico que tanto tiempo nos hacen perder y tanto daño nos causan es la verdadera suciedad de nuestra sociedad contra la que habría que poner en marcha ya un definitivo plan de choque.

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