Hoja de ruta

Ignacio Martínez

Poder y autoridad

NO siempre quien ejerce el poder tiene autoridad sobre los que manda. Su dominio puede basarse en la fuerza. Hay muchas maneras de abuso; que se lo digan a Liu Xiaobo, premio Nobel de la Paz, condenado en 2009 a once años de cárcel por firmar un manifiesto en favor de la democracia y los derechos humanos en China. La autoridad es cosa bien distinta: surge del prestigio, el crédito, la calidad, la competencia de una persona o una institución, ejerza un cargo o no. Que se lo digan a los jefes del Partido Comunista chino, apurados mientras ocultan la noticia a los súbditos de la República Popular.

No es un fenómeno exclusivo de las dictaduras. También hay muchas maneras de perder la autoridad en las democracias. Por ejemplo, en un partido de fútbol como el celebrado el domingo pasado en La Paz, entre el partido de Evo Morales y el opositor MSM. Un jugador del Movimiento Sin Miedo le hizo una entrada dura al presidente boliviano y Morales le arreó un rodillazo en los genitales. Un pronto lo tiene cualquiera; uno de los héroes nacionales, David Villa, le pegó un codazo el domingo anterior a Gurpegui, harto de las fuertes entradas del jugador vasco. Pero a Villa lo expulsaron, mientras que en el amistoso partido de La Paz echaron al agredido por Morales. Secuelas del culto a la personalidad.

Nadie está exento. Aznar pone tanto énfasis en llamar la atención que pierde pie. La revista Foreign Policy lo ha incluido en la lista de los cinco peores ex presidentes del mundo. No critica su labor como gobernante, sino su actitud como ex: clama contra los controles de velocidad y alcoholemia, pide a los musulmanes que se disculpen por invadir España en la Edad Media, arremete contra Obama, o llama a los españoles a acabar con el socialismo. Y mientras está en todo, el moderno capitán Trueno pierde autoridad.

Como Alfonso Guerra. Su perversa comparación entre el señor Gómez y la señorita Trini tiene más de clasista que de machista: pretendía subrayar que Gómez es un hombre del pueblo hecho a sí mismo y Jiménez una hija de buena familia. Guerra se ha llevado sólo un rapapolvo. Ya no son los tiempos en los que el que se movía no salía en la foto. Ahora él no tiene ni autoridad ni poder.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios