HABLANDO EN EL DESIERTO

Francisco Bejarano

Polémica ciudadana

UNA vez que terminen los recursos pendientes y las distintas regiones de España se pongan de acuerdo en los contenidos de Educación para la Ciudadanía, terminará la polémica sobre una asignatura obligatoria en la que se enseñan ideas rechazables para amplios sectores de la sociedad española. La Educación nunca debió dejar de ser competencia del Estado. Nadie se va a creer que el ciudadano que desea el nacionalismo vasco sea el mismo que los deseados por los gobiernos autónomos de Valencia o Extremadura. Hay un ejemplo de la nefasta división de las formas de educar y enseñar, y que he puesto en esta columna alguna vez: en Canarias no se estudiaban los dinosaurios porque en las islas no se han encontrados restos de ellos, hasta que el éxito popular de Parque Jurásico, y la insistencia de los alumnos, obligó a las autoridades canarias a incluir en la enseñanza la existencia de estos inquietantes animales.

En el caso canario se trata de algo muy concreto y claro; pero, ¿qué entiende cada partido político en los gobiernos regionales y los distintos nacionalismos por religiosidad, espiritualidad, sexualidades, moral y conciencia personal?, ¿qué nos pueden decir sobre abstracciones y conceptos que se siguen discutiendo desde la antigüedad clásica? Lo mismo que se contaminan las conciencias juveniles con la perversa idea de que una democracia no puede ser sino de izquierdas, se les inocula el virus de que legalidad y legitimidad son la misma cosa y que las leyes votadas en un parlamento por mayoría, y que otra mayoría puede derogar, son legítimas y, por tanto, es legítimo perseguir y excluir de la sociedad a quienes pretendan cambiarlas. Lo diremos otra vez: legal es lo que se ajusta a la ley, legítimo lo que se ajusta a la justicia. Los errores importantes hay que combatirlos continuamente.

En España hay leyes manifiestamente injustas, aunque legales, mientras otra mayoría salida de las urnas democráticas no las cambie: la de Memoria Histórica, la que se refiere al maltrato doméstico llamado 'machista', la de casorios entre homosexuales y, para colmo, la propia Ley Electoral, que es la hacedora de las mayorías que se intitulan 'legítimas' y crean la confusión mental de la sociedad. Ni siquiera los cargos públicos electos, no digamos los nombrados, son legítimos: son legales, y ya van bien servidos. Una de las diferencias más notables y mejores de las democracias frente a las dictaduras es que las primeras saben que tienen terrenos vedados y las segundas se saltan las lindes. El poder democrático es legal y provisional, sin mando sobre las libertades individuales, ni mucho menos sobre la moral, la conciencia y las creencias de los individuos, porque para eso se inventó la democracia, no para que los gobiernos se salten las bardas y entren en la intimidad de las casas.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios