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/ Eugenio / Camacho / Facebook.com/eugenio.camacho

Polvos y lodos

EL Huesca que esta tarde visita Chapín pasó a la historia como el equipo al que se midió el Xerez en el partido más importante de toda su vida. Ningún xerecista pasado, presente ni futuro olvidará jamás, ocurra lo que ocurra en adelante, aquél 13 de junio de 2009, la fecha en la que el xerecismo alcanzó su mayoría de edad.

Dos años y pico después, el club parece inmerso en una grave crisis institucional y deportiva. La primera es inherente a la entidad desde prácticamente su fundación y basta con repasar su historia para comprobarlo. Lo de la mala racha deportiva ya es más discutible. Hablando pronto y mal, el Xerez nunca le había empatado a nadie, hasta que un entrenador de Vélez-Málaga y una veintena de futbolistas comprometidos rubricaron una temporada para enmarcar e hicieron felices a miles de jerezanos con un ascenso a Primera tan merecido como inesperado.

Aunque era de justicia, ni el equipo, ni el club, ni la afición, ni siquiera los medios de comunicación estaban preparados para dar el salto. Analizándolo con frialdad, todo lo que ha venido después lo demuestra. El xerecismo vive claramente del recuerdo de aquél 13 de junio, y toma constantemente como referente aquella temporada, aquél cuerpo técnico y aquella plantilla cuyo triunfo no fue producto de la suerte y del azar, pero tampoco fruto de ningún plan ni estrategia preconcebida.

El entorno del club, resignado durante décadas a su suerte de jugar un papel secundario dentro del fútbol español, se ha resistido a aceptar la cruda realidad.

De aquellos polvos, estos lodos. Lodos en forma de incapacidad de reconocer la dificultad de sumar 60 puntos la pasada temporada. Lodos en forma de negarle el pan y la sal a cualquiera que se siente en el banquillo azulino si no se llama Esteban de nombre y se apellida Vigo. Lodos en forma de retirada paulatina del apoyo desde la grada, donde vuelve a haber mucho más plástico que gente.

Lo mejor es que el xerecismo está a tiempo de rectificar. Aquél 13 de junio sirvió para saber cuál es el camino a seguir. Una senda en la que no tienen cabida los malos hábitos ni las impaciencias de los últimos meses.

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