Prácticas de verano

Es más fácil ser generoso cuando sabes que tienes bastante que cuando imaginas que te falta de todo

Lo más opuesto al paro no es el trabajo, sino las vacaciones. Por eso, aunque inauguro hoy vacaciones (éste es mi último artículo hasta septiembre) a la vez que tenemos unos datos del paro catastróficos, no quiero perder la tensión social.

La solidaridad no consiste en esconder o avergonzarse de las vacaciones. La propaganda, la hipocresía, la demagogia, el cinismo o el camuflaje no son nunca la mejor solución. Soy firme partidario de la conciencia clara del privilegio propio, siempre y cuando se asuma, a renglón seguido, que el privilegio obliga. Quien lloriquea por nada no tiene oídos para oír la queja más digna, justificada y silenciosa de los demás. Es más fácil ser generoso cuando sabes que tienes bastante que cuando imaginas que te falta de todo. Lo dijeron mejor los clásicos, como siempre: el sabio de Calderón de la Barca, mientras se iba fijando en las hierbas que él cogía, se sintió pobre y mísero. Cuando vio que otro sabio recogía las que él arrojaba, fue más realista.

Reclamando la herencia calderoniana, quiero aprovechar mis vacaciones para hacer unas intensas prácticas de verano. En mis artículos he defendido durante todo el año que la verdadera lucha política no estriba en las discusiones a voz en grito, sino en la coherencia en la vida personal. Voy a concentrarme más. Por ejemplo, una institución sometida a ataques por todos lados es la familia. Sin forzar las cosas, casi más combativo que criticar la postmodernidad será admirar a mi mujer, loar la feminidad finísima de mi hija y disfrutar de la desbordada energía de mi hijo.

También he escrito múltiples artículos diciendo lo bueno que es leer, pero, mientras los escribía, no estaba leyendo. Ya saben: los hombres somos incapaces de hacer dos cosas al mismo tiempo. Un hombre (o mujer) bajo una sombrilla en la playa leyendo un buen ensayo (o una novela o un poemario) puede estar librando un combate cuerpo a cuerpo por la civilización occidental. Ahí donde le veis.

Un poema sólo lo es de verdad si puede recitarse a un moribundo. No hace falta que sean elegías (de hecho, a lo mejor no es lo más oportuno). Eso nada más que lo consiguen los textos (tristes o alegres) que no renuncian a un atisbo de eternidad. Las vacaciones son dignas si no olvidan a quienes no las podrán tener. Hay que coger fuerzas, sí, sin perder la tensión del tiempo que estamos viviendo. El 1 de septiembre espero que se me note.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios