BREVIARIO

Alejandro V. García

Preferentes

EL bien provisto diccionario del camelo acaba de admitir otro término: las preferentes. Las preferentes eran un tipo oscuro de inversión con el que los directores de banco engañaban personalmente a sus clientes predilectos. Un fraude para la gente de confianza, vamos. Como había que capitalizar los bancos por vía de urgencia los directores de las sucursales se colgaron de los teléfonos y empezaron a sablear de tú a tú. Sólo en Galicia se cuentan 43.000 afectados. Como el tipo de inversión eran diabólico (un producto de "alta complejidad", dicen los analistas) se ofrecía a los ahorradores sin conocimientos de inversión e incluso a los analfabetos que rubricaban con la huella del pulgar el trato que iba a suponer su ruina. Como se vendían los caballos con mala dentadura en las ferias de ganado. Está claro: los bancos tienen un producto a la medida de cada inversor. A los más pobres, por ejemplo, les venden créditos y les aplican el desahucio sin el recurso de la dación en pago. La crisis en la que estamos atrapados empezó no, como dice el tópico, porque hemos vivido por encima de nuestras posibilidades sino por los impagos de las hipotecas subprime en Estados Unidos. Luego la buburja del ladrillo llenó las manos de los banqueros de impudicia. Y ahora el país ha entrado en quiebra financiera. Las preferentes sólo han sido un entretenimiento mientras llegaba el apocalipsis.

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