CATAVINO DE PAPEL

Manuel Ríos Ruiz

Primaverales teorías del amor y el desamor

UN amigo muy romántico, que en los últimos años sesenta se movía por la llamada república de las letras, pero que después se dedicó a crear eslóganes publicitarios y ha ganado un fortuna, me decía, en aquel tiempo, que en la primavera, a poco que se tenga algo de sensibilidad, se ama siempre con sentido artístico, con una estética mental y unas maneras o formas tendentes a la mayor donosura posible. Esta idea de aquel aprendiz de poeta y actual publicista cotizado, tal vez tenga su plasmación más lograda en el poema "Amor así", del poeta cántabro José Luis Hidalgo, a quien vuelvo estos días a releer por razones profesionales. El poema dice así:

"Cuando dos cuerpos se unen para amar,/ se quema más despacio la soledad de la tierra./ De corazón a corazón, de hueso a hueso, saltan pájaros ardiendo como puñales/ piel de mundo o deseo de carne gime,/ gran río desnudo de inesperados crisantemos. / Cuando dos cuerpos se aprietan como bocas,/ se empujan como voraces cataratas al rumor de la vida/ perdiendo un posible contacto con la muerte que espera,/ que sobre el olvidado planeta a lo lejos refulge/ como fantasma solitario y oculto. / Hombre o mujer, árboles vibrantes, / hirvientes besos estrellados y un ángel./ Amarse es poseer la tierra sin sombras para siempre".

Mas también en primavera suele darse el desamor, sobre todo porque en los jóvenes plenos, que de repente creen que han hallado un amor verdaderamente formidable, salta la alucinación cegadora, y se alejan de su parecer primero para irse con la nueva atracción. Recordemos que Ovidio, después de escribir "El arte de amar", hubo de escribir "Los remedios contra el amor". Ovidio, que por cierto nació en mismo día que murió Cicerón, cantó al "divino amor humano" en dulce tono de elegía, quizá por lo que el amor tiene de dulzura y por lo que tiene de pesadumbre, tal apuntaría Rilke, diecinueve siglos después, sobre el placer y el dolor del amor: "Ambos fenómenos son, en rigor, sino diferentes formas de una misma ansia y ventura".

Sí, en la primavera hay muchos bienes de amores, pero también mal de amores. El embarazo de la tierra influye en los resortes sensoriales. Y hasta envilan los celos. Nos lo advirtió Lope de Vega, con los siguientes versos: "Alamos del soto,/ ¡dónde está mi amor?/ Si se fue con otro/ moríreme yo". Pedro Salinas, poeta que ha sido llamado por Simón Latino "el filósofo de la poesía sexual", adivinó una primavera que pensar en el amor era más que tenerlo: "Siento cómo te das a mi memoria,/ cómo te rindes al pensar ardiente,/ tu gran consentimiento en la distancia".

Los poetas, la primavera, el amor y el desamor, los siglos pasan y todo lo escrito al respecto mantiene una vigencia insondable. Hay que reconocerlo hoy mismo, cuando la primavera palpìta.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios