Manuel Ríos Ruiz

Principios del ballet flamenco (1)

Acotaciones al programa

EL XIII Festival de Jerez se caracteriza primordialmente por su atención al baile flamenco. Hoy, por ejemplo, se ofrecen dos funciones del género, los espectáculos 'Inspiración' y 'Bailando para mí'. Y la citada programación, nos invita a que dediquemos durante unos días este espacio al ballet flamenco, forma de baile teatral que se presenta totalmente definida en el primer tercio del siglo XX, como manifestación flamenca, pero con unas características tan peculiares en su planteamiento y acción, que lo alejan del flamenco tradicional y lo introducen en el grupo de los grandes ballets europeos, como bien se ha historiado e investigado.

Efectivamente, el flamenco, al dar este gran avance escenográfico, adquiere otras dimensiones de representación, con elementos cultos propios del ballet, lo que conlleva un método sistemático de los pasos y posiciones del baile, siendo necesario un estudio constante de todos ellos y ensayos minuciosos de las coreografías para lograr la máxima precisión del conjunto. A esto se añaden unos complementos que el flamenco desconocía y que no había necesitado en su ambiente inicial: la escenografía. Luz, color, ambientación de la escena, aparecen como elementos ya imprescindibles.

Y, además, dos novedades, a la música de las guitarras se unen otros instrumentos, en muchísimas funciona incluso una gran orquesta. Y el espectáculo se planifica sobre algún argumento. Según la investigadora Teresa Martínez de la Peña, el cómo se llegó a esta nueva concepción del flamenco es fácil de comprender teniendo en cuenta la vida intelectual de la época. Eran años de un movimiento artístico muy vivo y, por un extraño fenómeno la actitud creadora de escritores, pintores y músicos giraba en torno al ballet. El empuje que recibe es impresionante. Le liberan de viejas fórmulas y esquemas y se buscan, para estilizarlas, aquellas danzas que aún se hallaban en su estado natural entre las cuales estaba el flamenco.

Y un ejemplo de tamaño avance escénico, es la atención que los poetas le prestan a sus intérpretes. Serafín y Joaquín Álvarez Quintero, le dedican el siguiente soneto a La Argentina: "La voz del baile en sus palillos suena,/ persuasiva, incitante, misteriosa,/ con charla apasionada o amorosa,/ con fresca risa, que vibrando atruena./ Eco leve la anuncia, y ya en la escena,/ danza gentil, ingrávida y airosa, / al son de aquella voz, que caprichosa/ a su travieso ritmo la encadena./ Goza el concurso a la belleza atento,/ y calla ¡bravos! y reprime ¡ole!/ por no perder ni el arte de un momento./ Y sus ojos, porteños y españoles,/ van alumbrando todo el movimiento/ con la luz de dos cielos y dos soles." Continuaremos comentando las distintas etapas del género.

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