Con las respectivas tropas hagiográficas enfebrecidas en plena cuenta atrás, piafantes en el deseo de arrimar el ascua a su sardina particular, un servidor de Dios y de usted, dilecto lector, abre un nuevo melón. A cuenta de a ver quién se lleva el Balón de Oro de este año se me ocurre una innovación con el ánimo de que el premio no haga caer en pecado de injusticia. Se trata de dar dos balones en vez de uno y así habrá más equidad, seguro que sí.

Es una idea que lleva un tiempo bullendo en mi sesera y que ha alcanzado el clímax por la proximidad de la gala. Ya sé que falta casi dos meses para la cosa, pero ya no puedo aguantar más y ahí va la idea. Se trata de darle uno de los balones a Messi de forma anual y que el otro se dilucide entre los aspirantes habituales. Iniesta, Cristiano, Bale, Griezzman, Suárez, Neymar, Sergio Ramos, Lewandoski, Pogba, Agüero, Modric, Piqué, Buffon y añádale además a quienes guste.

Me extasiaba viendo el domingo a Messi hacer encajes de bolillos en Nervión y por más esfuerzos que hacía, no recordaba a ningún futbolista ni siquiera parecido. Y lo dice uno que, de pronto que nació, ha tenido la suerte de ver jugar a todos los grandes desde el asombroso debut de Kubala en un partido de Copa en el viejo Nervión. Lo dice uno que, por ejemplo, vio cómo Luis del Sol era el Betis sin apenas necesidad de colaboración. ¿O qué decir de Di Stéfano?

Ese buen periodista que es Alfredo Relaño acuñó el otro día un palabro que resume a Messi. Dijo que el argentino 'diestefaneó' para levantarle al Barça una batalla perdida. Moviéndose por toda la cancha para eludir rivales como si fuesen las estáticas picas de un slalom, Messi hizo lo que Di Stéfano paría medio siglo atrás para llevar al Madrid a la cumbre. Messi es aún más determinante, por lo que habría que darle un Balón de Oro anual, pero de oficio, sin necesidad de votos.