La esquina

José Aguilar

Progresa adecuadamente

LA firma del pacto social -comparado de manera forzada, y vanidosa, por Zapatero con los pactos de la Moncloa- se quiso precipitar por el Gobierno para solemnizarlo en vísperas de la visita de Angela Merkel. Con un efecto indeseable: coincidió también en el tiempo con la difusión de las cifras del paro registrado en enero. Cifras muy negativas, por más que se pretenda que ya no hay tanta destrucción de empleo (claro, llegará un momento en que no pueda destruirse tanto) y que en el segundo semestre de 2011, esta vez de verdad, se crearán puestos de trabajo.

Está claro que la Merkel, en funciones de supercomisaria europea con más poder que todos los comisarios de la Unión Europea juntos, no se iba a dejar impresionar por la ceremonia montada por ZP con ínfulas de histórica. Pero sí podía ser sensible, y lo ha sido, a los contenidos reformadores que el Gobierno español le ha puesto por delante: la reforma del sistema de pensiones que constituye el núcleo del pacto con empresarios y sindicatos y la reforma en profundidad de las cajas de ahorros acelerada días atrás. A ellas se ha referido expresamente la canciller alemana cuando ha dejado dicho que "España ha hecho los deberes y va por muy buen camino".

Se ha desmarcado así de su correligionario español, Mariano Rajoy, quien, acuciado por la "sed de urnas" que le encierra a menudo en el cortoplacismo, se resiste a conceder a Zapatero ni un amago de reconocimiento de éxito. Como el presidente es el mal sin mezcla de bien alguno, Rajoy no admite que acierte en nada. Le acusa de celebrar el recorte de las pensiones, a sabiendas de que lo que se celebra es un acuerdo interesante con sindicatos y patronos y que el recorte de pensiones asegure que habrá pensiones dentro de veinte años. ¿Acaso él habría podido pactar algo distinto en esta materia si fuese presidente del Gobierno? No hay respuesta de Rajoy. Merkel, en cambio, no tiene interés en ocultar que le parecen bien estos cambios.

Por eso ha puesto nota inicial tras examinar al Gobierno de España. Progresa adecuadamente, escribiría si en Alemania estuviera vigente la Logse. Pero, atención, que esta gente del Directorio franco-alemán es insaciable: ya anda pidiendo nuevas reformas en la economía española. Quieren nuestra adhesión a un plan de estabilidad global de la Unión Europea (¿se acuerdan cuando Alemania incumplía los objetivos de reducción del déficit público y hubo que perdonarle las sanciones correspondientes?) y que la fijación de los salarios de los trabajadores no se haga en función del coste de la vida previsto (IPC), sino en función de la productividad y la competitividad de las empresas. El ministro de Trabajo, Valeriano Gómez, lo rechaza, pero eso lo desautoriza Zapatero en un periquete. Otro recorte.

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