ESCRIBIRÍA todos los nombres de quienes componen el jurado de los Premios Príncipe de Asturias pero ocuparía demasiado espacio de éste valioso rincón de los diarios del Grupo Joly y no podría dedicárselo a grandes autoridades. Vaya por delante mi enhorabuena a los galardonados Íker Casillas y Xavi Hernández por "haber forjado y mantenido una sólida amistad que ha contribuido a zanjar diferencias entre jugadores de distintos clubes, promoviendo el juego limpio y la filosofía de equipo como bases del éxito deportivo".

El jurado hubo de decidir, esta semana, entre recompensar, por ser buenos amigos, a quienes ya tienen un Príncipe de Asturias o alabar el gran esfuerzo del Comité Paralímpico Internacional. Una organización que ofrece vida, esperanza, fuerza y oportunidad a los mutilados. Les ha creado un motivo para vivir, competir y provocar el deseo de crecimiento de muchas personas a quienes la sociedad sigue limitando su integración total. Hombres y mujeres que nacieron con discapacidades o que la vida se las puso en el camino. Gente que no hace mucho tiempo salían de sus casas con dificultad y que se han convertido en un gran grupo de deportistas ejemplares por su admirada voluntad premiada con medallas y récords jamás alcanzados.

Y ahora sí escribo algunos de esos nombres como quien alzase la voz en el Teatro Campoamor: Alfonso Cabello, David Casinos, María Teresa Perales, Richard Oribe, Enrique Floriano, Sarai Gascón, Mónica Merenciano o Marta Arce, entre tantos otros. Nombres que han dado prestigio a nuestro país durante los Juegos Paralímpicos y que se han colgado numerosas medallas a pesar de sus cegueras, paraplejías, parálisis cerebrales, brazos y piernas amputadas. Todos han demostrado durante la competición su singularidad para el talento deportivo, la valentía de no entender el imposible gracias a su inconformismo. No hacen deporte para estar ocupados o por no poder hacer otra cosa. Trabajan para financiar sus vidas lejos de la popularidad que sí se merecen. Quizá otros tendrían mas dificultad para hacer otra cosa como algunos deportistas mediáticos.

Los periodistas tenemos la responsabilidad de dar popularidad continuada, hacerles visibles a los olímpicos invisibles. Me alegró que, este año, en los Juegos Olímpicos no hubiera deportistas famosos más allá de Gasol, por lo que pudieron lucirse otros medallistas de los que ya hemos olvidado sus nombres. ¿Por qué su estrella es fugaz si los récords son igualados? ¡Protesto! Protesto porque me hubiera gustado ver la alfombra azul llena de sillas de ruedas ante las que sus majestades hubieran tenido que hacer la reverencia a nuestros reyes del deporte. Ejemplo para los guapos, ricos, buenos jugadores y tristes.

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