Hace unas semanas hablábamos aquí del edificio, hace poco rehabilitado, del actual Hotel Casa Palacio María Luisa, en la calle Tornería nº 22. La que fuera vivienda de Manuel María González Ángel ve levantar en 1873 su fachada, diseñada por José Esteve. Ese mismo año, en la plaza del Arroyo, otro importante bodeguero, Pedro Domecq Loustau, construye también su casa, aquella que en las últimas décadas ha venido sirviendo de comisaría de la Policía Nacional. La coincidencia de fechas no parece ser una mera casualidad, evidenciando un cierto ánimo de emulación, de rivalidad, entre los respectivos propietarios de González Byass y Domecq. Un sanluqueño y un francés que se repartían entonces una parte importante de la próspera industria del vino de Jerez: el primero, creador de una sociedad que había experimentado un pasmoso crecimiento; el segundo, heredero de un boyante negocio familiar. En 1869 Domecq llega a la dirección de la empresa. Su nueva posición social debía plasmarse en una vivienda a la altura de las circunstancias. Así surgió la ostentosa construcción que todavía perdura. Como la casa de González, combina ladrillo visto y piedra en fachada y fue obra de otro profesional que había ostentado el cargo de arquitecto municipal, Elías Gallego. No obstante, la del Arroyo es de unas dimensiones, y un clasicismo, mucho mayores. Lo que se ha venido conociendo como Palacio de los Condes de Puerto Hermoso, por sus posteriores propietarios, mezcla en el interior la recia sobriedad de sus líneas arquitectónicas con una rica carpintería, como sus llamativos artesonados de inspiración renacentista.

El largamente anunciado traslado de la comisaría ya está aquí y las administraciones no han conseguido en estos años dar solución a su inminente pérdida de uso. El resultado es una preocupante incertidumbre sobre su futuro más cercano.

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