Desde el fénix

José Ramón Del Río

La Purísima

PASADO mañana, 8 de Diciembre, celebra la iglesia la festividad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María y es día festivo en todo el territorio nacional, por ser la patrona de España. Para mi recreo, y espero que también para el de algunos de mis lectores, voy a darme el gusto de escribir de la festividad de pasado mañana, escondida en el llamado "puente de la Constitución". Permítanme que esta semana abandone la actualidad y no escriba sobre el último atentado de ETA o comente el informe sobre el nivel de educación de nuestra juventud, situado a la cola de Europa, y la de los andaluces a la cola de España.

El cuadro de la Inmaculada Concepción que pintara Murillo (recién restaurado por la feliz iniciativa de la Junta de Andalucía para la exposición del barroco andaluz) presidía el altar mayor del Oratorio de San Felipe Neri, templo adyacente al Colegio, en Cádiz, de los marianistas. Allí, los 8 de Diciembre se celebraba misa solemne con los ornamentos de color azul cielo, usando el privilegio concedido a la iglesia española en 1864 por su defensa del dogma. También aquel día, los monaguillos que ayudábamos a misa vestíamos sotana celeste y esclavina del mismo color ribeteada en piel blanca. El dogma se proclama por Pío IX el 8 de Diciembre de 1854 "para honra de la Santísima Trinidad, para alegría de la iglesia católica..." y se formula en el sentido de que María "fue preservada inmune de toda mancha de culpa original desde el primer instante de su concepción". Fue largo y discutido el camino para su proclamación. Desde el siglo XII se abre el debate entre teólogos, argumentando algunos -como San Agustín- que la redención del género humano por Cristo era universal, sin admitir, si quiera, la excepción de María; otros, invocando el saludo del Ángel, "llena eres de gracia", afirman la inexistencia de pecado original de María. Luego serían dominicos y jesuitas los que se mostrarían unos a favor y otros en contra de la Concepción Inmaculada y, en Sevilla, estos doctos debates teológicos llegan hasta el pueblo llano, como demuestra la coplilla que se cantaba: "Aunque no quiera Molina/ni los frailes de regina/María fue concebida/sin pecado original". En la proclamación del dogma tuvieron una intervención decisiva las cofradías de penitencia de la baja Andalucía y, sobre todo, las sevillanas. Ya antes de la proclamación del dogma, en los cortejos penitenciales figuraban, igual que ahora, banderas concepcionistas, estandartes con la leyenda Sine Labe Concepta y un penitente o nazareno portando un cirio y otro una espada, en afirmación de la defensa del dogma.

En vísperas de Navidad, he preferido no comentar sucesos desagradables.

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