EN junio de 1815 en los alrededores de Bruselas tuvo lugar la batalla de Waterloo. Dicho encuentro bélico marcó la historia de Europa desde aquella fecha hasta 1914 con el comienzo de la I Guerra Mundial e inició el ascenso del Imperio Británico. Sobre dicha batalla se tiende a simplificar que fue una victoria del ejército inglés sobre el ejército francés, nada más lejos de la realidad. Se podía hablar de una guerra europea en la que el ejército victorioso y el ejército derrotado estaban compuestos por tropas de todas las nacionalidades europeas, incluidas tropas españolas en ambos bandos. El resultado del encuentro estuvo dudoso durante toda la jornada hasta que al final del día las tropas prusianas dirigidas por el anciano y excéntrico general prusiano Von Blücher inclinaron la batalla del bando aliado.La historia íntima de todos los episodios históricos tiene algunas frases para la posteridad. Wellington días después de Waterloo sentenció: “Al margen de una batalla perdida no hay nada más deprimente que una batalla ganada”. Y todavía más contundente la frase que Blücher al terminar la jornada y encontrarse con Wellington, que por cierto era irlandés y no inglés, pronunció “¡Quelle affaire!”, que se podría traducir como “¡Qué asunto!” al mirar a su alrededor y comprobar la tremenda masacre que se había producido en aquella campiña belga.Hoy en día con España en estado de alarma y, si no lo remediamos todos, en camino hasta otro confinamiento, muchas personas se preocupan de que no han podido aprovechar este puente, otro sector de la población elucubra en como saltarse las medidas de confinamiento y un sector importante de nuestro jóvenes a los que se ha dedicado mucho dinero público en preparar a unos estudiantes expertos en nuevas tecnologías, bilingüismo y demás, se preocupan por los botellones, se nos debe haber olvidado inculcar una educación en valores pensando en la solidaridad, el civismo y la preocupación por el todo y no por el individuo.Quizás la frase del prusiano “¡Quelle affaire!” estaría ahora mismo muy oportuna. Traducido al castizo jerezano; “¡Qué marronazo!”

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