Quim

No se puede definir como democrática la sociedad presidida por el racista Torra

En esta Europa amarga y provinciana que se avecina (ahora dice Dani Mateo que España no existe, que lo que existe es su pueblo y la pedanía de enfrente, como en los chistes de catetos que caricaturizó de Gila), en esta Europa carolingia, tardofeudal, que han resucitado la necedad y el miedo, tenemos el triste honor de ser el primer país civilizado en contar con un presidente racista, supremacista y sectario, el cual no es otro, como ya habrá adivinado el lector atento, que don Joaquín Torra. Y es este mismo señor Torra, presidente de la Generalitat, quien le ha dicho a Felipe VI, tras su acertado discurso de Nochebuena, que en Cataluña no hay un problema de convivencia, sino de democracia. Asunto con el cual no podríamos estar más de acuerdo.

En un lugar en el que se persigue y se injuria al disidente, en una región donde se hostiga a los jueces, donde la hueste totalitaria es alentada por las más altas instancias, o sea don Quim, donde la Policía es el brazo tardo y semiciego del nacionalismo, donde las leyes y el propio Parlament fueron despreciados por una innoble cuerda de golpistas, no se puede hablar, en ningún modo, de democracia. Y ello por las mismas razones que, sólo con mucha imaginación, y con una voluntad ciertamente navideña, nos invitarían a tildar de democrática la historia reciente del País Vasco. Quienes tengan ya mi edad y, por tanto, recuerden lo miserables años de plomo, o quienes hayan adivinado la escalofriante y mezquina arquitectura social que se resume en el Patria de Aramburu, ya saben a qué Paraíso aberztale nos referimos. Lo cual nos devuelve a las acertadísmas declaraciones del president Torra, y a su involuntario hallazgo de la verdad, a contrario sensu.

No se puede definir como democrática la sociedad presidida por el racista Torra; hasta tal punto, que sólo cabe hablar de un restablecimiento de la democracia en Cataluña -por las vías que el Gobierno crea oportunas, sin descartar ninguna-, pero en las que, probablemente, no entre la continuidad de un personaje tan oscuro, áspero y capitidisminuido como el señor Torra. Fallida la República étnica ideada largo tiempo por Pujol, un robaperas místico metido a Guía del Pueblo, sólo nos queda lo dicho por el Rey: la vuelta a la legalidad, el restablecimiento del vínculo social, la firme defensa de la democracia. Dani Mateo cree que la democracia son las fiestas de su pueblo. O sea, una cosa "ilusionante". El señor Torra, más inclinado a la genética, ni eso.

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