Recomendaciones

Hay que distinguir entre las recomendaciones y los consejos y las órdenes e instrucciones

Escucho por la radio al alcalde de Morata de Tajuña decir esta frase: "Como la gente no hace caso de las recomendaciones, hay que obligarles". No tengo ninguna duda de sus mejores intenciones, porque habla de la lucha contra el coronavirus. Pero la confusión conceptual me alarma. Si las recomendaciones son de tal naturaleza que, si no las sigues al pie de la letra, te obligarán a seguirlas con multas y castigos, entonces no eran recomendaciones, sino órdenes camufladas de buen rollo.

Me parece importante marcar bien el terreno, para que no todo se nos vuelvan arenas movedizas. Si algo es tan importante como para que necesite ser obligatorio, entonces hay que dejarse de recomendaciones e imponerlo claro: con publicidad, irretroactividad y límites. Si hay recomendaciones, que lo sean, esto es, consejos, normas de sentido común que tengan la autoridad de su racionalidad y nada más. Lucharíamos mejor contra la pandemia.

Se trata, además, de un problema generalizado. Hay quienes no entienden que si te dan un consejo no dan una orden, y luego se enfadan porque no seguiste su consejo. Como soy muy de pedir el parecer a los amigos, lo explico preventivamente: "Te pido tu opinión porque tengo en alta estima tu inteligencia, pero luego, sopesando mucho lo que me digas, haré lo que me dé la gana, porque tu inteligencia es tuya y admirable, pero mi voluntad es mía, y soberana".

Conozco quienes no entienden el sentido y la misión de un consejo y, por eso, aunque son personas perspicaces e informadas, nadie les pide ayuda, porque saben que pedirles consejo es entregar la propia autonomía atada de pies y manos. Hay un refrán que reza: "Consejos vendo/ y para mí no tengo", que pretende mofarse de quienes aconsejan lo que ellos no hacen, como cuando yo les digo a mis hijos que se concentren más cuando están estudiando. Pero a mí me gusta aún más la primera parte: el hecho de que los consejos se sometan a la ley de la oferta y la demanda, y no se impongan de ningún modo en plan economía estatalizada.

Podría pensarse que parto un pelo en dos, pero es una cuestión de máxima importancia para los que no queremos renunciar ni a los consejos ni a las recomendaciones sin ver por ello nuestra libertad limitada. Mi recomendación a los políticos es que recomienden todo lo que puedan y ordenen solo lo indispensable, aunque si no me hacen caso, no les voy a obligar a nada (qué más quisiera).

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