Cambio de sentido

Redecora la Junta

El llamado "gobierno del cambio" en Andalucía no puede permitirse la metáfora de "redecora la Junta"

Aa Black Mirror, la serie de ficción que nos mete en las pesadillas en las que pueden convertirse las tecnologías de la comunicación, sólo le falta un episodio: este en el que la desahogada pareja del director general se empaqueta y tira para "la Agencia de Manuel", y se graba allí con el móvil para decirle a Andalucía libre, España y la humanidad que a aquello le piensa dar un flete decorativo, "¿a qué sí, cariño?", pregunta. Y cariño, en vez de echarse las manos a la cabeza, sonríe a cámara, y a ambos todo esto les parece de lo más alegre, normal y chachipén. Este asunto, aparentemente plano y pavisoso, es tan poliédrico que hay que elegir por dónde cogerlo. La revisión, e incluso el revisionado, se puede hacer desde la crítica política, social e incluso -añadiría Giovanni Sartori- antropológica. Y hasta desde la patafísica, sostengo. El reproche político ha sido el primero en llegar, a Educación le han dado por la diestra y la siniestra, por abajo (desde Ampas, Escuelas de Calor, particulares) y esperemos que también por arriba. Conocemos el estado de muchos colegios e institutos públicos andaluces lo suficiente como para que este vídeo nos parezca obsceno. El llamado "gobierno del cambio" no puede permitirse la metáfora del "redecora la Junta". Andalucía, no sólo necesita cambios, sino mejoras en la res publica.

Pero es de otra índole el aspecto que me alucina: influencers e instragrammers resultan en su mayoría impecables idiotes -no lo escribo en neolengua inclusiva sino en su raíz griega, que designaba a quien sólo se ocupaba de sus cositas-, gentes ensimismadas y fuera de la realidad que se prestan a servir de percha de productos y marcas comerciales. Lo llamativo es que su actitud, su contribución al terrible mundo feliz, el taco que se hacen con la palabra "libertad", su servidumbre a las tecnologías, al físico, al clasismo, a machismos tangados y al consumismo, prenden como la estopa y se normalizan. Hoy, las desocupadas hijas de Sicour -militantes de una eterna y elegida minoría de edad- enseñan la cacha (Avón llama a su móvil) para vender afeites mientras su marido vuelve del despacho. Son por ello referentes. A su lado, Pilar Primo de Rivera es feminista radical. "Esta anécdota no sólo dará que hablar, sino también que pensar", digo para mis adentros, mientras salgo de fondo en el selfi que la chica de la mesa de al lado se hace en este preciso instante para promocionar de gratis su nuevo labial. "¡Holi!".

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