EN SU TINTA

Mauricio / Gil Cano

Reencuentro con Lupiáñez

EL POETA José Lupiáñez se reencontró con Jerez después de diecisiete años de ausencia. Lupiáñez, que ya durante el Bachillerato, cursado en El Puerto, venía a examinarse al Instituto Coloma, dio clases de Literatura en el Asta Regia, entre 1985 y 1990. Nacido en La Línea en 1955, el tiempo no ha nevado cenizas sobre su rostro egregio y pudiéramos sospechar que quizás oculta un retrato como aquel de Dorian Gray, donde se iba notando el efecto de los años y los pecados, mientras el retratado mantenía su cuerpo invulnerable. Medio gitano y medio parisién, con Hugo fuerte y con Verlaine ambiguo, que dijeron dos de sus más admirados maestros, un sí es no es decadente y hedonista, el poeta se confiesa también apasionado por la alquimia de los fogones. El primer brindis lo hacemos con vino fino, al degustar una ensalada tibia de tomates confitados y queso de cabra. El poeta exalta los placeres de la mesa. Nos deleitamos con un pastel de morcilla salteado de alcachofas, champiñones y puntillitas. Esgrimiendo su copa de fino, el profesor celebra el relevo generacional por el que sus antiguos alumnos ocupan hoy puestos de responsabilidad en esta ciudad. El maître me hace un guiño. Ha llegado la hora predilecta del amontillado. La crema de cebolla con huevo poché y crujiente de jamón instaura un brillo en los dulces y melancólicos ojos del vate. Al llegar el trapecio de salmón salvaje relleno de alboronía asada y salsa de huevas de trucha, exclama: "Esto es un festival de sensaciones". Para el rumsteak de cebón sobre crema de patatas y canelón de berenjenas relleno de fondeau de quesos, nos reservamos el oloroso. Con pedro ximénez, culminamos un prepostre de flan de galleta y un postre apoteósico: brounie de chocolate y nueces con cremoso de chocolate blanco y frutas de temporada. No faltan café y brandy de sobremesa, pero no podemos demorarnos en exceso, porque José Prudencio López Campuzano nos ha invitado a un programa de radio. En la emisora, le aguarda al poeta otra sorpresa: el realizador José María Soto fue alumno suyo y recuerda anécdotas de clase y, sobre todo, el lujo de escucharle leer poesía. Algo que ahora hace a través de las ondas. A la noche, en la Escuela de Hostelería, tiene lugar la presentación de su poemario "La edad ligera". Lupiáñez vuelve a reencontrarse con amigos y el público jerezano, que le responderá con una larga ovación. Jerez está creciendo dentro del poeta. Su vino es más poderoso que la melancolía. En la bodega Conde de los Andes dejará firmada una bota, un jirón de su alma en la ciudad que siempre estará esperando su regreso.

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