DE vez en cuando, un crujido en las rodillas, una resaca enconada o una llamada telefónica te recuerdan que los años van pasando que se las pelan, que eres más viejo de lo que te crees y que, como es el caso, hace ya nada menos que 25 años que dejaste ese colegio en el que entraste hecho un parvulito. Un buen grupo de amigos nos reuniremos el mes próximo para, además contarnos batallitas, recordar la que fue sin duda una de las mejores épocas de nuestras vidas. El colegio -La Salle- sigue allí, lleno de vida, eterno y acogedor. Cada vez que paso ante su puerta no puedo evitar una mirada de soslayo hacia sus patios y recordar lo feliz que fui en esas largas tardes de viernes en las que no había más preocupación que jugar y volver a casa antes de la puesta de sol. Será hermoso traspasar sus puertas y atravesar esa calle 'Roa la Bota' que por azar del destino se quedó entre sus muros. Será hermoso recordar de dónde venimos. Nos ayudará a saber a dónde vamos.